En Riclones tenemos la cueva de Chufín, muy interesante por contener sendos santuarios, uno exterior con grabados sencillos, en parte de trazo muy profundo, que forman figuras incompletas de cápridos y cérvidos, y otro interior, con pinturas rojas y grabados finos y raspados, con predominio de los signos. Las manifestaciones externas han sido atribuidas al Auriñaciense y las internas al Solutrense. A este último período corresponde el yacimiento e la entrada, con fecha aproximada de 15.530 años.
La caverna de Hornos de la Peña, sita en San Felices de Buelna, tenía también ambos tipos de santuario. Del exterior queda sólo la parte posterior de un caballo inciso en la roca, casi igual a otro grabado sobre hueso hallado en el nivel auriñaciense de la misma zona del vestíbulo. En el interior de la cueva hay un buen número de paneles grabados, uno de los cuales contiene un antropomorfo, una de las primeras o la primera figura conocida de este tipo (hasta el punto de que al inicio fue interpretada como un simio). También hay un amplio espacio ocupado por trazos digitales (realizados con los dedos).
El yacimiento de la cueva de El Juyo, correspondiente al Magdaleninese, nos ofrece una extraña roca tratada como una cabeza o máscara humana. También encontramos diversas piezas de arte mueble, incluido un cérvido elaborado sobre hueso.
En la misma región de Cantabria se encuentran algunas otras cuevas con arte, pero con menor número de representaciones: Micolón, El Pendo -que contiene un pingüino-, Clotilde de Santa Isabel -con zoomorfos muy arcaicos y una cabeza de felino, bóvidos y un signo-, Santián, Cobrantes, La Pila, Emboscados, Patatal, Salitre, etc...
Otro núcleo troglodítico se halla en los alrededores de la población de Ramales de la Victoria, en la zon limítrofe entre Santander y Vizcaya. En él destaca la cueva de Covalanas, que contiene 20 figuras de animales (de ellas, 17 ciervas), cuya silueta está diestramente realizada con la técnica del puntillado del Solutrense final cantábrico (contemporáneo del Magdaleniense inicial francés). Muy cerca, se halla la cueva de La Haza, con una serie de siete figuras de color rojo, 3 caballos, 2 carniceros, una posible cierva y un animal indeterminado.
En la misma zona, y por último, tenemos la cueva de la Cullalvera, en la que, a 700 metros de la entrada, se encuentran dos grupos de claviformes en rojo y negro, y a 1.200 metros, las siluetas lineales en negro de dos caballos, figuras que son, con mucho, las más alejadas de la entrada a una cueva entre todas las cuevas peninsulares que contienen arte mural.
Otras cuevas menores cuentan con manifestaciones artísticas por la zona: Sotarriza, Peña del Cuco (Castro Urdiales), Covanegra, La Lastrilla y La Hoz. Pero no hay que desestimar la cantidad o calidad del arte ofrecido, dado el interés científico que presentan.
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