19 sept 2012

PRIMER PLAN DE DESARROLLO (III)

El plan fue parco en la programación de sus objetivos (especialmente en los materiales).  Consecuentemente con la reforma que desde muchos sectores se demandaba, el gobierno creó nuevos centros universitarios que descongestionaron los existentes.  Habían nacido las Universidades Autónomas, de las que el ex ministro de Educación Nacional, Joaquín Ruíz Jiménez, diría: "De autónomas tienen solamente el calificativo interno, porque en realidad son Universidades del Estado y de él dependen en cuanto al nombramiento de sus dirigentes y a lo esencial de sus planes de estudio y se nutren con fondos del erario público. Resulta, pues, muy discutible la independencia de esas Universidades Autónomas constituidas muchas de ellas en poblaciones donde ya existían las Universidades clásicas y que  aparecen como un desdoblamiento de ellas para resolver el problema de exceso de alumnado o para otras finalidades ajenas a la esencia de la Universidad misma".  Sin saber qué relación la une con las previsiones del plan en este período, se funda la Universidad de Navarra, dependiente de la por entonces organización religiosa (hoy prelatura papal) Opus Dei, totalmente autónoma con respecto al Estado, aunque con ayuda estatal, que levantó airadas protestas en la discusión de presupuestos en las Cortes.  El plan preveía la creación de diecisiete nuevas secciones en las Universidades estatales, así como 9.000 nuevas plazas de estudio encuadradas en cuatro nuevas escuelas de ingeniería (aunque a los tres años de vigencia del plan sólo se habían logrado 2.800 nuevas plazas).  Las estimaciones hechas para el curso 1965-66, en que la población universitaria ascendía a 93.574 alumnos, daban un total (para el profesorado existente) de 4.274 puestos ocupados, frente a los 34.805 estimados como necesarios.  Debido a este estado de cosas, muchas vocaciones de la Universidad derivaron hacia las empresas privadas o marcharon al extranjero, dando lugar a una fuga de cerebros.
Con todos estos condicionamientos, y pretendiendo ser una respuesta global a este cúmulo de problemas, nació la Ley General de Educación.  La nueva ley estableció tres niveles de enseñanza: la educación general básica, el bachillerato polivalente y la enseñanza superior.  En la enseñanza primaria, la novedad más importante prevista (independientemente de la gratuidad) era la unificación en todo el país de la enseñanza que habían de recibir los niños españoles, fuesen del medio que fuesen, rompiendo con la alternativa que se planteaba con arreglo  los planes de estudio anteriores, por los que a los niños de diez años se les planteaba la opción entre seguir la enseñanza primaria o pasar al bachillerato, lo cual perjudicaba enormemente a las zonas rurales.

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