La existencia de grupos monopolísticos ha venido acusándose en nuestra historia desde la misma aparición delas "nuevas" relaciones de producción, conocidas como "capitalismo". Tras el paréntesis de la segunda República, que en algún momento intentó paliar su influencia, la existencia de estos grupos ha venido acentuándose hasta bien entrada la Democracia. A través de la banca -grupo monopolístico por excelencia-, prácticamente se condicionó el desarrollo socio-económico. Esta oligarquía, esa superestructura, es la que, de hecho, dirigió la vida económica nacional; claro es que en muchos casos a través de mecanismos indirectos -llamémoslos organismos públicos, sindicatos verticales, decisiones administrativas- sobre as cuales ejerce su presión; una presión que para las cuestiones vitales resulta decisiva. Por todo ello puede afirmarse que es la oligarquía ffinanciera la que en última instancia escoge la forma del desarrollo económico nacional. Esta forma de desarrollo introvertido, y basado en la inflación, es la que obstaculiza la modernización del sistema productivo del país (que vive agazapado tras el proteccionismo estatal), la que impide el pleno aprovechamiento del mejor potencial de la economía española -la población activa, que en gran parte se ve obligada a emigrar- y la que obstruye el camino a la democracia económica y en definitiva a la verdadera democracia política. Dicho de otro modo: si la gran banca hubiese querido se habría llegado antes al fin de la Dictadura, pero no quiso.
El mayor grado de control monopolístico es el ejercido por la banca, sobre la que a su vez ejercen un gran control siete grandes bancos. El control de la economía industrial se fue efectuando a través de inversiones directa de capital y por métodos indirectos, entre los que podríamos destacar como más importantes "la guarda de valores" (representación en los consejos de administración de los valores depositados por sus clientes y que les permiten controlar empresas en las que no tienen capital desembolsado), la especulación bursátil y por último la promoción de sus propios grupos empresariales. En definitiva, la banca es el núcleo de la oligarquía financiera qu, estrechamente vinculada al gran empresariado industrial, a los terratenientes y a la burguesía agraria, ejerce un dominio casi absoluto sobre el sistema económico español. Principalmente su control se ejerció en la industria eléctrica, en la siderúrgica, el cemento, el azúcar, etc...
El Estado, a su vez, creó dos monopolios: CAMPSA y TABACALERA, a los que se acabó vinculando cierto capital privado. Cabe destacar que dichos monopolios se unieron a los ya existentes de TELEFÓNICA, RENFE e IBERIA.
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