29 sept 2012

LA DECLARACIÓN DE POSTDAM

El fin de la Segunda Guerra Mundial trajo como consecuencia un principio de acuerdo entre el campo socialista y las potencias occidentales, que, como el tiempo demostraría, no sería duradero.  Reunidos los tres gobierno realmente vencedores en Postdam -ya que Francia sólo se uniría más tarde para repartirse el dominio en respectivas zonas de influencia- hicieron una declaración que iba a afectar enormemente a España en los años siguientes, ya que se sintieron obligados, sin embargo, a aclarar que, por su parte, no favorecerían ninguna tentativa de ingreso en la O.N.U., presentada por el gobierno español de Franco, el cual, habiendo sido fundado con el apoyo de las potencias del Eje y en vista de su origen, naturaleza, historial y asociación íntima con los Estados agresores, no poseía las cualidades necesarias para justificar dicho ingreso.  Esta declaración motivó una airada protesta del gobierno español, rechazando las acusaciones y considerándolas consecuencia de "las campañas calumniadoras de los rojos expatriados y sus afines en el extranjero".
Animado por la declaración de Postdam y presionado por la izquierda y por los refugiados españoles, el gobierno francés cerró unilateralmente la frontera pirenaica el 1 de marzo de 1946.  La protesta ante este acto no se dejó esperar, y a la vez que se señalaban todas las ventajas que se habían concedido a este país, se emitían quejas de una serie de acciones permitidas por Francia, que habían enturbiado las relaciones entre ambos países.  Entre estas últimas, el gobierno español hacía figurar el mal trato dado a los exiliados fronterizos y la "ayuda" de toda índole dada a los terroristas.  A pesar de todo, Francia se dirigió a los otros dos "grandes" para que interrumpieran también sus relaciones.
Bidault se reunió con Bevin, primer ministro inglés, y con el representante norteamericano, Byrnes.  Fruto de ello fue un comunicado conjunto de la tres potencias, que, tras insistir en los puntos de la declaración de Postdam, establecía como condiciones para un restablecimiento normal de las relaciones "la pacífica retirada del general Franco, la abolición de la Falange y el establecimiento de un gobierno interino o provisional que condujera a la amnistía política, la libertad de asociación política y la preparación de unas elecciones generales".

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