12 ago 2012

OPERACIÓN DE PASO DEL ESTRECHO (I)

Después de los primeros días de la sublevación, los jefes militares vieron que unas tres cuartas partes del territorio nacional no se habían incorporado a la causa.  Madrid, que era el objetivo primordial, había quedado en manos de la República.  Como consecuencia, acababa de comenzar una guerra civil, la cual, según el pensamiento de los generales, duraría tanto como se tardase en conquistar la capital.  La Junta Militar constituida determinó que una serie de columnas, de cortos efectivos y muy móviles, debían lanzarse desde las distintas guarniciones hacia Madrid, tomando como ejes de marcha las principales carreteras de la red general.  Zaragoza enviaría tropas, a las que se unirían en el camino las guarniciones de Guadalajara y Alcalá de Henares.  La segunda columna partiría de Pamplona; pasando por la provincia de Soria, llegaría a unirse en el valle del Henares con la columna aragonesa, ayudando ambas a los que se sublevasen en Guadalajara.  Burgos organizaría la tercera, que, atravesando los pasos de Somosierra, bajaría hasta Madrid por la carretera de Buitrago y El Molar.  La de Segovia, ayudada por elementos enviados desde Valladolid, ocuparía el puerto de Navacerrada y el Alto del León, para viajar por El Escorial, Villalba y Torrelodones hacia la carretera de La Coruña.  En el caso de que este grupo de columnas no pudiera alcanzar su objetivo, se detendría en la gran barrera del Guadarrama, aseguraría su dominio y allí habría de esperar la llegada del ejército de África y de Andalucía, que, rompiendo veloz las rutas de Extremadura, amenazaría por el sur la capital.  Pero estos planes no pudieron realizarse enteramente.  Si Zaragoza había de actuar sobre la capital, era imprescindible que Barcelona y toda Cataluña se sintieran amenazadas desde Valencia.
El triunfo de los republicanos en Levante hizo que los catalanes se encontrasen con su retaguardia protegida y pudiesen lanzarse contra el frente aragonés (Huesca, Zaragoza y Teruel); el ataque de la columna aragonesa quedó así descartado.
En cuanto al sur, era necesario que Queipo de Llano, desde su núcleo sevillano, iniciase el dominio del territorio comprendido entre las poblaciones de Sevilla, Córdoba y Granada, donde había triunfado el Movimiento, antes de iniciar la ofensiva hacia el norte.  Como consecuencia de todo esto, los planes militares tuvieron que ser modificados.  Tres problemas urgentes debían ser solventados a la mayor brevedad:

-Paso del Ejército de África, al mando de Franco, a la Península.
-Comunicación del Ejército del Norte, mandado por Mola, con el del Sur en un avance convergente hacia Madrid.
-Domino de las lineas fronterizas con Portugal y con Francia.

Sólo mediante la incorporación de las fuerzas de la Legión y de la tropas Regulares indígenas se podría iniciar el avance del Ejército del Sur, pero éste quedaba aislado del campo de batalla peninsular por el Estrecho de Gibraltar, dominado por las naves de la marina de guerra en poder del gobierno.  El 19 de julio los buques de guerra en republicanos ya estaban patrullando las aguas entre la Península y Marruecos, impidiendo que el general Franco pudiera hacer cruzar el Estrecho a sus tropas.
En tan difíciles circunstancias el general pidió ayuda a Alemania, que envió los veinte JU 52 ya mencionados.  La operación de traslado de las tropas, que no se completó hasta el 5 de agosto, se inició el mismo 17 de julio.  En estos primeros días se llevaron a cabo tres expediciones.  Se escogió como punto de partida la plaza de Melilla, embarcando en el transporte Vicente Puchol fuerzas de la Legión y fuerzas Regulares. El plan se vio entorpecido por incidentes en el Sánchez Barcaiztegui, nave que debía haber servido de apoyo a la operación; mas su marinería, que en un principio pareció unirse al levantamiento, se amotinó contra su oficialidad, siguiendo instrucciones de Madrid, y abrió fuego contra la ciudad, por lo cual se determinó continuar la maniobra desde Ceuta, máxime cuando esta plaza implicaba un acortamiento de la distancia.  Al día siguiente, las fuerzas embarcaron en el Churruca, que las transportó a Cádiz, adonde llegaron el 19, ayudando al general Varela a dominar la situación.  Una segunda expedición partió también el mismo día desde el Cabo Espartel, desembarcando en la playa de Punta Mayorga, y una tercera lo hizo el 24 por la noche.  Compuesta solamente por dos falúas, tras burlar la vigilancia de la escuadra, desembarcó en el puerto de Tarifa.
Tanto en la primera como en las otras dos restantes las fuerzas transportadas fueron del Tercio de la Legión, fuerzas que desde el primer momento se unieron al Alzamiento y a los jefes que mejor las habían mandado: Francisco Franco y Millán Astray.

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