Antes de la Primera Guerra Mundial surge un grupo de escritores que representó un cambio respecto a las orientaciones del 98 y el modernismo. Traen consigo un acento intelectual y un claro deseo de influir sobre el nivel cultural del país desde su posición de pensadores, ensayistas y divulgadores.
Sin duda José Ortega y Gasset es, por antonomasia, el pensador, el profesor, el maestro de la nueva intelectualidad. Nacido en Madrid en 1883, hijo de un periodista de calidad y de la hija del propietario y fundador del diario "El Imparcial", estudia con los jesuitas en Málaga, después en Deusto y a los 21 años se doctora en Filosofía y Letras en Madrid. Marcha luego a estudiar a Alemania. En 1910 gana las oposiciones a la Cátedra de Metafísica de la Universidad Central. comienza a publicar decenas de ensayos en "Vida Nueva", "El Imparcial", "Faro", "El Espectador", "El Sol", "España", "La Nación"... Crea la "Revista de Occidente" y escribe Meditaciones del Quijote, España invertebrada, El tema de nuestro tiempo, La rebelión de las masas, etc. Hostil a la Dictadura, funda, con Marañón y Pérez de Ayala, la Agrupación al Servicio de la República. Diputado a Cortes en 1931, rechaza la política de la democracia popular y teme la rebelión de las masas. Sale de España en 1936, para regresar diez años después y morir en 1955. La labor de Ortega en relación con el movimiento cultural novecentista es de gran importancia.
Ortega es un europeizante, liberal y vitalista, que realizará una aportación de relieve a la filosofía occidental a través de sus hallazgos en las conexiones entre Razón y Vida ("Cada vida es un punto de vista sobre el Universo"). Por otra parte, su pensamiento influyó poderosamente en sus coetáneos y en la generación inmediatamente posterior. Ortega consigue colocar los estudios españoles a nivel de lo más adelantados de la época y estimula a una juventud ávida con una filosofía que representa un tipo de hispanidad nueva, filosóficamente alejada del Siglo de Oro, pero aún más de la España revolucionaria que preconizaban las masas.
Además, Ortega saca a relucir una prosa trabajada y elegante, en donde se reúnen a la vez la hondura de su pensamiento filosófico con la agilidad de sus ensayos: temas de moda, densos y brillantes, con matices de juego literario. En Ortega, poesía y filosofía se compenetran y se funden.
Hay un aspecto interesante de Ortega que debe resaltarse: éste y los jóvenes intelectuales que le siguen en la Liga de Educación Política no pueden desligarse de su "circunstancia", esto es, de la burguesía de que forman parte. Ortega dirá que el cambio debe hacerse por la acción consciente de una minoría. "Para nosotros -afirma-, es lo primero fomentar la organización de una minoría encargada de la educación política de las masas". Habla de métodos para cultivar las "élites" de dirección. Las "élites" de la España vital, germinal, nueva, mundial, deben sustituir a esas otras élites de la España oficial, fermentad y podrida. Lo "selecto" debe conducir a la nación. ¡Qué diferencia entre Ortega y Machado sobre el modo de entender la relación hombre-sociedad! El mérito de Machado habrá sido el de darse cuenta de que "las Españas" diferentes coexisten, luchan entre sí, pero también nacen unas en el seno de las otras, de tal modo y forma que la renovación no viene del exterior, ni de una minoría de "superdotados", sino que está entroncada siempre con lo mejor del pasado común. A diferencia de Machado, Ortega y los jóvenes intelectuales de la Liga de Educación Política, a quienes apasiona hacer de "guías", no han tenido ocasión de penetrar profundamente en los estratos populares de la nación.
Ortega, el gran difusor en España de las corrientes culturales -germánicas sobre todo- del siglo XX europeo; el hombre que abrió cientos de ventanas cerradas a la inteligencia española y que sugirió tantos temas de reflexión y estudio en su afán de selección, produce obras fruto de su circunstancia ideológica y social , y aunque dijo en numerosas ocasiones que no hacía política, su ideología, aunque él no fuera consciente de la amplia repercusión en la praxis española, iba a responder a una necesidad ideológica de ciertas clases. en aquella España, una burguesía aspiraba al poder. Ortega traduce desde muy pronto esa aspiración. Esa burguesía necesitaba sus "cuadros", sus consejos, sus ideólogos. Inevitablemente, va a producirse una corriente intelectual de quienes sienten la llamada de su misión.
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