Desde que los ejércitos nacionales habían llegado a las puertas de Madrid y se estabilizó su frente, el pensamiento del alto mando había sido no cejar en el empeño de rendirlo; pero ante la imposibilidad de realizarlo de un solo intento, se determinó encerrarlo en una bolsa con una maniobra envolvente que lo ahogase hasta que el asalto definitivo pudiese llevarse a cabo.
Para ello una de las metas más importantes era cortas las comunicaciones entre esta ciudad y Valencia, sede entonces del gobierno, donde se había trasladado tras el primer asalto a Madrid en el año anterior. De esta forma se cortaría gran parte de la ayuda gubernamental a la capital y se podría lanzar la ofensiva con el Ejército del Norte.
En aquel mes de febrero estaba en su apogeo la conquista de Málaga, al tiempo que en el norte, en la ciudad de Oviedo, y en el frente de Aragón se producían dos ofensivas republicanas. Los objetivos de esta campaña eran, en primer lugar, siguiendo el avance del frente, liberar la zona de la carretera de Andalucía; segundo, dominar el valle que se encuentra entre los ríos Jarama y Tajuña, y en tercero, establecer posiciones avanzadas en el sector de Alcalá de Henares como base de lanzamiento de futuras operaciones.
Pero si el general Orgaz, que tenía el mando táctico de las fuerzas nacionales, había comenzado a concentrar tropas desde el 23 de enero (40.000 hombres, a los que hay que añadir la Legión Cóndor y artillería pesada), el bando contrario también lo había hecho: Miaja, junto con el teniente coronel Rojo, había trasladado a los pueblos de Arganda, Morata de Tajuña y Titulcia la Brigada Internacional número 18, las brigadas 12, 13, 14 y 15, la división mandada por Líster y Modesto y los batallones de "el Campesino" y Marcos, que hacían un total de 38 batallones de 500 hombres cada uno. A esto hay que añadir las fuerzas de aviación, compuestas por los llamados "chatos", aviones de combate rusos llamados así por su morro hundido.
La campaña, que podía haberse comenzado antes, hubo de suspenderse a causa del mal tiempo y el temporal de lluvias, hasta que el 6 de febrero, aprovechando el excelente día, se inició la ofensiva.
En las acciones del Jarama hubo tres momentos bien diferenciados. En el principio se produjo un avance prometedor, que se llevó a cabo entre los días 6 y 1º3 de dicho mes, tomándose posiciones clave en La Marañosa, donde se encontraba una fábrica militar de gases de guerra, y en el pueblo de Cienpozuelos. De esta forma, la zona comprendida entre el río Jarama y la carretera de Andalucía quedaba asegurada.
A la vista de este éxito, los republicanos ensayaron la táctica de diluir el frente para dispersar los efectivos, lanzando ataques en la Ciudad Universitaria, Casa de Campo y la carretera de El Escorial.
El día 11 Asensio y las tripas nacionales atravesaron el río Jarama por el puente de Pindoque y ocuparon la cota de El Pingarrón,con la cual se podían mantener las posiciones alcanzadas.
Sin embargo, después de este primer momento el avance quedó estancado y la situación estabilizada, hasta que se produjo la reacción del enemigo a partir del día 17.
Los ataques entre ambos bandos fueron crudísimos, feroces e insistentes, apoyados los gubernamentales por la potente artillería rusa (desde el 10 habían estado llevando gran número de tanques al frente) y por la aviación. Miaja atacó San Martín, La Marañosa y El Pingarrón.
El terreno ondulado, lleno de rastrojo y barbecho, enfangado por las lluvias torrenciales, dificultaba las operaciones, y aunque los soldados se habían acostumbrado a cubrirse como podían en un suelo que no ofrecía ninguna defensa y a arrastrarse con rapidez de movimientos, la mortandad fue enorme en ambos bandos: la Brigada Internacional número 18 quedó totalmente destrozada, mientras que los tercios legionarios de Franco en algunos sectores fueron casi totalmente exterminados.
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