8 ago 2012

LA DERROTA DE LAS IZQUIERDAS Y EL FRACASO DE AZAÑA (VI)

Hemos relacionado las fuerzas de la derecha opuestas al gobierno de Azaña.  Cabe preguntarse si no eran aún mayores los peligros que venían de la izquierda.
Casi desde el nacimiento de la República, los anarco-sindicalistas se habían empeñado en una lucha desesperada contra ella.  La hostilidad de la CNT frente a una República burguesa desencadenó, desde 1931 hasta 1933, una serie de huelgas y estallidos revolucionarios.  Todo esto venía provocado menos por motivos económicos que por rencillas seculares entre la CNT y la UGT, así como por la disparidad entre la CNT y la FAI, que presionaba por medio de sus miembros ácratas, más puristas y activistas.  Todo ello provocaba el desprestigio y la ineficacia de los propios partidos obreros, además del descrédito de un gobierno que, a duras penas, podía afrontar estas situaciones, al no contar con unos gobernadores ni con una policía adecuados.
La UGT, indirectamente representada en el gobierno por los socialistas del PSOE, iba ganando terreno, aumentando el número de sus afiliados, controlando municipios y burocratizándose.
La CNT era perfectamente consciente de que la legislación laboral de Largo Caballero amenazaba toda su organización.  Como Ministro de Trabajo, apoyó a la UGT en su intento de arrancar a la CNT el control de los trabajadores portuarios de Barcelona.  En Madrid, Prieto aplastó una huelga de empleados de teléfonos, organizada por la CNT, y "El Socialista" calificó a los dirigentes de los huelguistas de "brutalmente ignorantes" y a sus sindicatos de "organización laboral basada en las pistolas". Por ello los extremistas de la CNT podían presentar a Largo Caballero como traidor y perro colaboracionista, como un Martínez Anido venido a destruir el proletariado revolucionario.
En ninguna parte de España los anarco-sindicalistas aceptaron la República.  Conocidos son los esfuerzos de Maciá y Companys en Cataluña para llegar a un entendimiento con los dirigentes anarquistas.  Todos estaban de acuerdo en rechazar a una República burguesa; pero mientras la CNT abogaba por una acción de masas, la FAI, más activa y purista, contaba con una voluntad revolucionaria más decidida, y sus miembros estaban en todo momento resueltos a aprovechar "la fuerza irresistible que existe en los corazones de las masas".  Estaban convencidos de que siempre había motivo para salir a la calle, aunque no hubiera adónde ir. La cuestión era mantener ágiles los músculos revolucionarios para montar un comité, desencadenar una huelga, liberar militantes encarcelados, luchar contra la UGT para hacerse con determinados sectores tranviarios, portuarios, etc...  En Zaragoza, Sevilla y Barcelona llevaron a cabo intentos de revolución social, implantando el comunismo libertario.  El activismo anarquista les  llevó a la abstención en las próximas elecciones, cosa que sería decisiva para el juego de los demás partidos.
A principios de enero de 1933, la FAI lanzó la consigna de un levantamiento nacional en nombre del comunismo libertario: total colectivización de la economía y abolición del gobierno central.  En varias aldeas y suburbios de Aragón, Andalucía y Cataluña tuvieron lugar violentos levantamientos revolucionarios.  Los periódicos informaron de 37 muertos y más de 300 heridos en tres días.
La conflagración parecía terminada cuando surgió un tardío chispazo, quizá la causa más importante del hundimiento del gobierno de Azaña.  Nos referimos a un suceso accidental en un oscuro pueblo del sur llamado Casas Viejas.

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