8 ago 2012

LA DERROTA DE LAS IZQUIERDAS Y EL FRACASO DE AZAÑA (IV)

Debemos señalar que, pese al fracaso de la sublevación de Sanjurjo (que de paso había servido para reforzar a la República), todos los indicios apuntaban a un desplazamiento de la opinión pública hacia la derecha a lo largo de 1933. Tanto los radicales de Lerroux como el nuevo partido católico de Gil Robles, Acción Popular, aprovecharon esta reacción conservadora.
Alejandro Lerroux era dirigente del partido republicano radical. Lerroux era "republicano histórico", antisocialista y ex demagogo.  Contaba en la Cámara con más representantes que otros partidos, a excepción de los socialistas; y a no ser por su hostilidad hacia éstos, hubiera sido presidente del Consejo, en lugar de Azaña. Lerroux fue postergado por el giro socialista-republicano del gobierno.  Fuera del gobierno, Lerroux advirtió que su futuro político consistía en oponer a los republicanos y socialistas de izquierda un bloque republicanista que representara a las clases medias.  Atenuó su anticlericalismo y propuso una "república para todos los españoles".  Es obvio que quienes en 1933 desconfiaban, a la vez, de socialistas y clericales, votaron al partido de Lerroux.
Nuevas fuerzas políticas iban a movilizar a las masas de la derecha. Acción Popular reaccionó contra la política de Azaña respecto a la Iglesia.  Este grupo había sido ideado por Ángel Herrera Oria, y se proponía crear en España las organizaciones democristianas existentes en otros países de Europa.  Ángel Herrera, con su organización Acción Católica y con el periódico "El Debate", se proponía defender los intereses católicos dentro del marco de la legalidad republicana.  Así surgió el nuevo partido llamado Acción Popular, dirigido por un jefe joven y brillante, diputado por Salamanca, José María Gil Robles. Partiendo de este núcleo, y en contacto con otras pequeñas fuerzas católicas, especialmente con la Derecha Regional Valenciana, promovida por Luis Lucía, organizó en poco tiempo un conglomerado parlamentario de derechas llamado C.E.D.A. (Confederación Española de Derechas Autónomas).
Gil Robles era hijo de un profesor de Salamanca, interesado por la reforma social católica.  Su objetivo era contar con un potente movimiento de juventudes y con un programa de política social católica, basado en las encíclicas de León XIII, que pudiera ganarse a las masas frente al socialismo.  Sus principios eran: Religión, Familia, Patria, Orden, Trabajo y Propiedad.  Allí tenían cabida terratenientes, pequeños agricultores y cooperativas obreras católicas. Su ideal era un Estado corporativo con base en la encíclica Quadragessimo Anno, de Pío XI.  A su vez, proponía "una revolución socio-ideológica" que en muchos puntos coincidirá con las soluciones socialistas.  Uno de sus propósitos: convertir el proletariado al catolicismo social.  El propio Robles reconoció que sería una tarea larga y difícil.
Su objetivo más próximo era triunfar en las urnas sobre la coalición de Azaña, para así revisar el artículo 26 de la Constitución y devolver a la Iglesia su posición, "cosa básica y fundamental en cualquier sociedad que no viva de espaldas a veinte siglos de civilización cristiana".

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