2 ago 2012

GENERACIÓN DEL 98: RAMIRO DE MAEZTU Y VALLE-INCLÁN

Maeztu nace en Vitoria en 1874.  Transcurre su infancia en una familia social superior, que no tardará en arruinarse. Viaja por Francia y Cuba y regresa a Vitoria.  Llega a Madrid en 1897, donde se funde con el grupo del 98.  Fruto de esta época son sus numerosos artículos y su libro "Hacia otra España", noventaiochista y regeneracionista. Vive largos años en Inglaterra, donde se casa, siendo embajador de España en Buenos Aires en tiempos de Primo de Rivera.  en estos momentos su evolución queda perfilada como se percibe en sus obras "La crisis del humanismo", "Don Quijote, Don Juan y la Celestina" y "Defensa de la Hispanidad".  Presidente de la Acción Española, muere asesinado en Madrid en 1936.
En un primer momento, tenemos el Maeztu crítico del sistema montado por la Restauracion, al que ataca sin piedad, arremetiendo contra valores tópicos.  "Las mayorías -escribe- están a merced de las minorías, y como el gobierno de la minoría es el núcleo del gobierno parlamentario, esto significa que no comprenderemos al gobierno parlamentario".  Su crítica es implacable para con los responsables del desastre de 1898, y sólo ve una renovación en los sectores más avanzados de la burguesía.
Maeztu se marcha de España, se distancia de los hombres y del significado del 98, y comienza sus concepciones transpersonalistas: el hombre debajo de los llamados objetivos: patria, fe, idioma, cultura (destino de la Hispanidad de la Edad de Oro).
Maeztu será un pensador apasionado, emotivo, sincero y retórico.  El Ramiro que predicaba con sus ensayos la imitación de la ética del dinero de vascos y anglosajones se convierte en un apologista de Primo de Rivera y en un fascista católico.  De los pocos intelectuales desafectos a la República, lanzará el grito semicarlista: "Combatamos a nuestros padres con nuestros antepasados".
Maeztu había ido cambiando sus lemas hasta convertirse en uno de los pocos intelectuales de derechas, qeu afirmará "la primacía de las cosas" sobre "la primacía del hombre".  Sustituye la "libertad, igualdad y fraternidad" por "servicio, jerarquía y humanidad".  Este reflejo de "defensa social" queda esbozado en este párrafo de sus escritos:

"Nuestra rehabilitación histórica no puede influir directamente  sino en la gente culta, en la aristocracia, en la élite.  Al pueblo se le ha dicho demasiado que los obreros carecen de patria para que sea empresa fácil que vuelva a emocionarse con la glorias de la Hispanidad, aparte de que en España hay vastas zonas populares que nunca compartieron las ilusiones y esperanzas de nuestras clases educadas...  Desde ahora mismo debieran prepararse las minorías educadas para aprovechar la primera ocasión favorable, a fin de sujetar al monstruo y reducir las funciones del Estado a lo que debe ser: la justicia que armonice los intereses de las distintas clases, la defensa nacional, la paz, el buen ejemplo y la inspección de la cultura superior."

Ramón María del Valle Inclán o, mejor dicho, Ramón Valle Peña, nace en Villanueva de Arosa en 1866, de familia hidalga con caserón y con tierras; su padre era un intelectual.  Abandona sus estudios de Derecho y se marcha a México.  A partir de 1895 empieza a publicar libros: "Femeninas", "Epitalamio", "Cenizas", "Las Sonatas", "Romance de Lobos".  Se queda manco, se casa, milita en la política carlista, visita las trincheras del frente francés y es invitado a México por el presidente Obregón.  Sigue escribiendo artículos, poesía, teatro y novelas.  Valle-Inclán emprende una nueva ruta, y algunos de sus libros empiezan a ser recogidos por orden gubernativa.  He aquí otras obras: "Tirano Banderas", "La hija del capitán", "Cara de plata", "Luces de bohemia", "Águila de blasón", "El ruedo ibérico"...  Es homenajeado, se le dan cargos y en enero de 1936 muere.
"Este gran don Ramón de las barbas de chivo", como le llamará Rubén Darío, cronológicamente pertenece a la generación del 98, pero se forma en el modernismo, bajo influencias de D'Aurevilly, D'Annunzio y del propio Rubén Darío.  "Eximio escritor y extravagante ciudadano", le llamó Primo de Rivera; quijotesco de los que están al lado de la justicia, la verdad y la bondad; intachable, aguerrido, colérico, generoso, manco y gallego, como se percibe en sus páginas.  El que una figura de esta talla plagiase algo alguna vez y en ciertas circunstancias, casi aumenta su personalidad y, por supuesto, no disminuye sus méritos.
Protesta, se evade, idealiza lo de antaño y critica a la burguesía desde su posición de carlista ("manifestación de inconformismo impregnada de sentido heroico").
Valle-Inclán se acerca cada vez más a la gran preocupación por el tema de España y su redención, porque sus armas críticas, lejos de mellarse, se afilan y hacen más penetrantes, llegando a crear, por ello, una estética original.  A partir de 1909, Valle-Inclán presagia el giro hacia unos valores auténticamente humanos.

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