2 ago 2012

GENERACIÓN DEL 98: MIGUEL DE UNAMUNO

Unamuno nace en Bilbao en 1864; huérfano a lo seis años, comienza el bachillerato a los once.  Estudia Filosofía y Letras en Madrid, doctorándose en 1885; vuelve a Bilbao, donde da clases y se casa con Concha Lizárraga.  Saca las oposiciones a la cátedra de griego en Salamanca en 1891. En 1894 ingresa en el Partido Socialista y colabora en el periódico "La lucha de Clases", de Bilbao.  En 1895 publica "En torno al casticismo".  Dos años después sufre una crisis religiosa, abandona el Partido socialista y escribe "Paz en la guerra". En los años siguientes, y siendo rector, colabora en "La Nación", de Buenos Aires, y publica "Amor y pedagogía", "Vida de don Quijote y Sancho", "Por tierras de Portugal y España", "Del sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos", "Niebla", "El cristo de Velázquez" (poema), "Abel Sánchez", "La tía Tula", "Andanzas y visiones españolas"...  Entre tanto, no se ha hecho grato ni al trono ni a los militares.  Primo de Rivera lo exilia en 1924, y no volverá a España hasta 1930, en que es recibido apoteósicamente.   Mientras, ha escrito "La agonía del cristianismo", "Cómo se hace una novela", etc.  Diputado a Cortes en 1931, muere el 31 de diciembre de 1936 en "su Salamanca".
En la imposibilidad de comentar sus obras sobre pensamiento, teatro, personajes, comentarios, crítica, poesía, novela... dediquemos unas breves líneas a este gran escritor que cabalga la fecha de 1900.
Unamuno es, después de Goya, el más europeo de los españoles y una de las personalidades (si no la primera) de más relieve y significación de la cultura literaria contemporánea.  Después de una intensa actividad socialista pasará a una actitud anticientífica e irracionalista, expuesta en su obra "Del sentimiento trágico de la vida".
Su nueva filosofía tiene como sujeto y objeto al hombre concreto, "de carne y hueso que nace, sufre y muere -sobre todo, muere-, el que come y bebe y juega y duerme y piensa y quiere, el hombre que se ve y a quien se oye, el hermano, el verdadero hermano".  A este hombre trata de darle una concepción unitaria y total del mundo.  La esencia de este hombre es el "hombre de inmortalidad", que le introduce en la lucha, dividiéndole en dos partes: la razón, que demuestra la mortalidad del alma, unida al cuerpo, cuyo destino sigue, y el corazón, que necesita la inmortalidad y la existencia de dios como medio de conseguirla; el hombre anhela perdurar, continuar siendo él mismo y poseer todo a la vez: "No es ser poseído por Dios, sino poseerle, hacerme yo Dios sin dejar de ser el yo que ahora os dice esto".  Su exigencia hace surgir a Dios: "Creemos que Dios existe por querer que exista".
La lucha entre razón y corazón hace surgir el dolor, la congoja, esencia de la persona y del universo todo.  La congoja es el momento de autoconocimiento del hombre (similar a la angustia de Heidegger y a la náusea de Sartre), el sentimiento originario del espíritu humano.
La concepción de Unamuno desemboca en el irracionalismo y el anticientifismo: "Todo lo vital es irracional y todo lo racional es antivital, porque la razón es esencialmente escéptica".
De aquí que Unamuno (quien en 1898 tenía más lucidez que sus compañeros de grupo) comience, a partir de esta fecha, a separarse de toda labor de reconstrucción nacional, europeizante:

"Y vosotros ahora bachilleres Carrasco del regeneracionismo europeizante, jóvenes que trabajáis a la europea, con método y crítica..., científicos, haced riqueza, haced patria, hacer arte, haced ciencia, haced ética, hacer o más bien traducid sobre todo cultura, que así mataréis a la vida y a la muerte.  ¡Para lo que ha de durarnos todo!..."

Unamuno comenzaba a ser un hombre con fin en sí mismo, lo que indirectamente suponía no participar en los destinos colectivos.

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