4 ago 2012

EL SOCIALISMO HASTA PRIMO DE RIVERA (I)

Los sucesos de 1917 y este primer gran fracaso desarticularon al Movimiento Obrero.  A partir de ahora y hasta 1931, pasando por todo tipo de alternativas, los sindicatos irán avanzando en su lento progreso hacia las metas propuestas.  Lo que sí hemos de constatar es el proceso de radicalización que van a sufrir los mismos, y que a la larga hará que los viejos cuadros dirigentes se vean superados continuamente por la "nueva generación".  Así, el control de la CNT oscilaría entre el anarquismo posibilista de Pestaña y los núcleos partidarios y practicantes de la propaganda por el hecho y las represalias, mientras que los socialistas se escindirán en dos grupos antagónicos al desgajarse parte de sus efectivos para constituir el Partido Comunista.  Pero veamos antes su desarrollo.
Las elecciones legislativas de 1918, convocadas en plena campaña pro-amnistía de los dirigentes socialistas presos por su responsabilidad en la huelga, dieron el triunfo electoral a éstos.  Besteiro, Iglesias, Caballero, Anguiano, Saborit y Prieto fueron elegidos, lo que, en definitiva, obligó al gobierno a concederles la libertad. Poco después, y ya finalizada la Gran Guerra, se celebra en Madrid del 24 de noviembre al 3 de diciembre el undécimo congreso  del PSOE, con la asistencia de 100 delegados.
El congreso revisó su programa mínimo: disolución de la monarquía, supresión del presupuesto de culto y clero, nacionalización de las minas y medios de trabajo, semana de trabajo de 44 horas, seguridad social, abolición de impuestos indirectos... Sin embargo, la gran novedad consistía en su acercamiento al mundo campesino a través de un programa agrario, cuyas miras fundamentales estaría puestas en la propiedad pública de la gran propiedad.  En el aspecto político, consecuentes de los congresistas con as enseñanzas de 1917, declararon caducada la conjunción.
Paralelamente celebra la UGT su decimotercer congreso, el cual señalaría las contradicciones internas que hemos venido indicando.  Si el socialismo estaba conociendo un período de auge como partido político, como sindicato estaba en claro retroceso.  Su mayor fuerza continuaba siendo la Federación de Mineros (suponían un 35% del total de afiliados).
El congreso, después de aprobar la conducta seguida en 1917 y de crear un nuevo puesto de secretario general, que sería ocupado por Largo Caballero, aprobó dirigirse a la CNT con la intención de seguir los contactos tendentes a la fusión de todas las fuerzas obreras.
Pero el triunfo bolchevique en Rusia influiría poderosamente en los movimientos obreros de todos los países, ya que a éstos les resultaría muy difícil no dejarse influir por el ejemplo del primer partido obrero y campesino que se alzaba con el gobierno de un país.  La segunda Internacional, deshecha al comenzar la guerra europea, intentaría reaparecer al finalizar la misma, en clara competencia con la tercera Internacional, convocada por Rusia, al entender que la segunda había desaparecido y que cualquier intento de reconstrucción sería inútil.
En definitiva, se estaba discutiendo algo que se iba a mostrar como fundamental.  Los partidos socialistas propulsores de la reconstrucción de la segunda se aferraban a unos esquemas que la experiencia había demostrado como no válidos ya, defendiendo una política reformista más preocupada de no perder las posiciones alcanzadas (en algunos países bastante importantes) que de embarcarse en planteamientos que pudieran asustar a las burguesías nacionales.  Frente a esta concepción de las posibilidades de los partidos obreros se alzó la tercera internacional, que intentaría la creación de un nuevo tipo de partidos obreros.
En España, la llamada tercera internacional es acogida rápidamente por las Juventudes Socialistas, así como por las agrupaciones de Madrid, Mieres y Bilbao.  La cuestión de la tercera Internacional iba a dividir al PSOE en un momento en que éste alcanzaba su cénit de afiliados.
La necesidad de resolver a qué organización internacional se afiliaba hizo que se convocase un congreso extraordinario en diciembre de 1919.  En el mismo las posturas se agruparon prácticamente en dos bloques, según se desease el ingreso en la segunda o en la tercera.  A favor de la segunda se manifestaron Prieto y Besteiro, mientras que por la tercera lo harían G. Cortés, Verdes Montenegro, Torralva Beci, Ovejero y Anguiano.

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