1 ago 2012

EL REGENERACIONISMO DE JOAQUÍN COSTA (II)

Respecto a los problemas sociales, la solución teórica de Costa consiste en la restauración de la tradición española del colectivismo agrario: beneficiar los bienes comunales o municipales, enderezando de esta forma la labor despilfarradora de la desamortización, cuyo fin era la propiedad privada de la tierra.
Su obra tiene numerosos precedentes en los héroes burócratas del despotismo ilustrado de Carlos III y en Flórez Estrada, que a mediados del siglo XIX propuso una reforma de los proyectos desamortizadores basada en la extensión de la propiedad comunal.  Había que quebrar a los caciques locales, causantes de la pobreza agraria para conservar su influencia política sobre los pobres.  Costa quería sustituir el patriotismo retórico (170 discursos sobre la educación en 1885 y ninguna reforma) de los políticos leguleyos por el patriotismo del trabajo duro.
En su actividad práctica, aunque no se planteó el problema de la conquista del poder, trató de construir una Unión Nacional de Productores, que llevara su programa a una cruzada de las "clases productoras" contra los oligarcas; pero la inexistencia de estas "clases neutras" con clara conciencia política, hizo fracasar sus proyectos de reducción de presupuestos de marina, ejército y administración pública y de inversión en educación moderna y técnica y en una reforma agraria.  Las clases neutras eran un mito, pues sólo había un grupo de tenderos egoístas, ya que las grandes reservas estaban empezando a ser manejadas por socialistas y anarquistas, pero con objetivos harto diferentes.  La revolución apocalíptica de Costa se queda en un modesto reformismo.
Así, pues, la crítica constructiva dejó paso al pesimismo, a la "incapacidad" generalizada, típica de estos años que rodean a 1898.
En sus últimos años, Costa (un poco convertido en el "Goya del mundo económico y político") evoluciona hacia posiciones prefascistas: necesidad de un "cirujano de hierro", de un dictador, para resolver los problemas del país.  Claro está que Costa se refería más bien a una dictadura desde el lado del espíritu, jurídica, "tutelar", aunque esto se avenía muy mal con el sentido de la libertad en la enseñanza, en las letras.
Otros regeneracionistas como Costa (el "costismo" influirá en los hombres del 98, e incluso en los de 1914) consideran al pueblo como un menor de edad y atacan al parlamentarismo, a los partidos turnantes y a otras formas en que se expresaba el poder desde los años de la Restauración.
Lucas Mallada, ingeniero, cientifista y empírico, ataca una serie de mitos, como el de que España es un país rico.  Hace un llamamiento a todos los españoles honrados para atacar la ruindad de los partidos políticos, el caciquismo, absentismo, emigración, mala administración, falta de riegos, de caminos, de capitales, de crédito... (léase su libro "Los males de la patria y la futura evolución española", que no tiene desperdicio).
Ricardo Macías Picavea critica muchos puntos ya señalados por Costa y Mallada, añade el teocratismo, el cesarismo, la incultura, la vagancia y la desviación de la historia de España desde la venida de los Austrias.  Ataca a los caciques, propone cerrar las Cortes por diez años, aplaude el corporativismo y los gremios; son claros sus tópicos prefasciscas.  Al calor del desastre colonial, publicará su libro "El problema nacional".
Más nostálgico, antidemócrata basado en el positivismo europeo y pesimista (creía que los obreros degeneran) es la obra de Damián isern: "Del desastre nacional y sus causas".
También nostálgico del tiempo pasado y crítico del tiempo presente es el senequista Ángel Ganivet, a cuyo "Idearium español" no interesan los elementos ideológicos de la sociedad liberal burguesa.  Se quea antes con el artesano que con el fabricante o el obrero; patriarcal, arcaico, precapitalista y anticapitalista, era un hombre muy de su tiempo, cuyos ensayos apuntan al mañana en ideas y valores o vuelven la cabeza hacia el ayer; su esteticismo no se abre sobre el porvenir.  Este hombre, que terminó su vida suicidándose, dirá que "España se halla fundida con su ideal religioso" y que "el Derecho es una mujerzuela flaca y tornadiza".
En otro lugar nos hemos referido, aunque no con la extensión que quisiéramos, a diversas personalidades del pensamiento y la cultura catalanas; volvamos a recordarlas por su parentesco con el regeneracionismo: Valentín Almirall, Joan Margall, Entique Prat de la Riba, Ángel Guimerá, Jaume Rosignol y Pompeu Fabra.  Una visión de la cultura, sin tener en cuenta la presencia de estas personalidades, resultaría mutilada.

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