1 ago 2012

EL REGENERACIONISMO DE JOAQUÍN COSTA (I)

"Después de medio siglo de asonadas, pronunciamientos, manifiestos, revoluciones, fusilamientos, cambios de Régimen y de dinastía, proclamación de constituciones.... seguimos lo mismo que estábamos: el pueblo gime en la misma servidumbre que antes, la independencia no ha entrado en su hogar, su mísera suerte no ha cambiado (como no sea para empeorar) en lo más mínimo... ¿Sabéis por qué?  Porque la libertad no se cuida con más que con escribirla en la "Gaceta"... porque no vieron que la libertad sin garbanzos no es libertad... y por tanto el que tiene el estómago dependiente de ajenas despensas, no puede hacer lo que quiere, no puede pensar lo que quiere, ni puede el día de las elecciones votar a quien quiere".  (Joaquín Costa).

Veremos el regeneracionismo -en sentido muy restringido- como crítica al estancamiento económico y al sistema caciquil de partidos turnantes salido de la Restauración.  Tampoco debe olvidarse el revulsivo de la catástrofe del 98, que actuó sobre el comportamiento e ideas de una gran parte de la burguesía, de los propietarios agrícolas, de los pequeños comerciantes... que se sentían enteramente frustrados... Su figura más importante fue Joaquín Costa, con quien aparece una formulación clara del movimiento regeneracionista.
Costa era hijo de campesinos del Alto Aragón; amargado por un físico contrahecho y por una vida durísima, comienza a estudiar el Bachillerato a los 18 años.  Costa es un historiador social y del derecho de gran valor; es un jurista, un sociólogo, un político, un hombre que merece todo respeto.  Ante todo, es un patriota obsesionado por las raíces históricas del atraso español y del desastre de 1898; un crítico severo y meditado.  Escribió más de cuarenta volúmenes de gran valor; laborioso; trabajaba cerca de 17 horas diarias.  Hostigado por tres constantes: pobreza, soledad y enfermedad, que formaron la trama de su vida.  No hay pocas razones para llamar a Costa "el gran frustrado", ya que no encontró cauce para sus talentos excepcionales.
En aquella sociedad que no le iba, lo que anheló no lo consiguió.  Su ideología republicana le cerró el camino a las oposiciones a cátedra, y fue despojado de La Solana, como el dice, por "caciques, jueces, curas, obispos...".
Costa parte de nociones krausistas: primacía de la sociedad frente al Estado, crítica del liberalismo doctrinario, preocupación por las cuestiones sociales, concepción organicista...
Su obra "Oligarquía y caciquismo" es un análisis sociológico del Estado de la Restauración.  No es una monarquía parlamentaria, sino un absolutismo oligárquico, colocado por encima y enfrente del pueblo  Esta capa directora, que, según Costa, debería estar entre rejas en Ceuta, en un manicomio o sentada en los bancos de una escuela, es ajena a la nación y no ha hecho nada; estaba compuesta por tres grupos principales: oligarcas dirigentes de los partidos, caciques y gobernadores civiles.  Frente a esta situación, la única solución es la que Costa llama "revolución desde arriba" (no identificable, por supuesto, con una revolución popular desde abajo).  Los fines serían fundamentalmente:

-europeización de España.
-desarrollo educativo.
-autonomía local.
-política hidráulica y forestal.

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