4 ago 2012

EL MOVIMIENTO OBRERO HASTA LOS AÑOS 30 (II)

Al año siguiente (1911), la recién nacida C.N.T. celebró su primer congreso en Barcelona, contando ya en sus filas con 140 sindicatos y 26.571 afiliados, representados por 136 delegados.  Entre los acuerdos tomados independientemente de los de orden interior, como cuotas, etc., figura la autorización a concurrir a futuros congresos a cualquier sindicato, concediéndosele la voz, pero reservando el derecho a voto a los sindicatos afiliados a la confederación.  Al parecer, en sesión secreta se acordó declarar la huelga general revolucionaria contra la guerra de Marruecos.
Esta última decisión traería importantes consecuencias para la C.N.T..  Si el año 1911 fue pródigo en conflictos, los días que siguieron al congreso señalarían la cima más alta del enfrentamiento, aun a su pesar, por la U.G.T., la C.N.T. decidió dar el mismo paso.  La respuesta gubernamental fue suspender las garantías constitucionales, clausurar los locales obreros y proceder a la intervención judicial de la U.G.T.
Sin embargo, la represión se cebó con la C.N.T., que fue declarada ilegal. Ante esto, grupos exasperados de extremistas anarquistas y republicanos pasan a la huelga revolucionaria, proclamando una ilusoria república en diversos puntos, que es fácilmente sofocada.  Lógicamente, el proceso de creación de estructuras a nivel nacional quedaría prácticamente paralizado.
La subida al poder de Romanones supuso la vuelta a la legalidad de la confederación, aunque desde la amnistía promulgada en 1913 hubiera que esperarse hasta el verano de 1914, y esto debido a la negativa de los jueces de Barcelona a aplicar la misma.
El período de clandestinidad (1911-1914) es de acusada incoherencia desde el punto de vista organizativo, puesto que, aparte de los obstáculos presentados por la clandestinidad, la organización aparecía inconexa en el plano nacional, dado que solamente Cataluña tenía estructurado su comité regional.  En el resto del país los Sindicatos y Sociedades se adherían aisladamente a la Confederación en número superior a las 350 unidades, lo que hacía muy difícil dar cohesión a todo el movimiento en el plano nacional.
Quizá lo más importante a destacar de los medios anarquistas sea la tenacidad y paciencia de la labor realizada para vencer las resistencias de algunos grupos influenciados por la corriente societaria, que recelaban del sindicalismo por considerarlo como un germen de autoritarismo.
Asimismo, este período sirvió para afianzar una postura clásica ya en ellos: la negativa a cualquier alianza con organizaciones no obreras y su política de abstencionismo en todas las contiendas electorales de tipo político.

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