6 ago 2012

EL MOVIMIENTO OBRERO EN LA SEGUNDA REPÚBLICA (I)

El nuevo régimen, en cuyo nacimiento habían colaborado todas las fuerzas obreras, no sólo a nivel de cuadros, sino de bases (excepción hecha del Partido Comunista, que se negó a colaborar), volvió a hacer necesario un replanteamiento de las metas y tácticas a seguir por las mismas.
En general, este período, que abarca hasta el comienzo de la Guerra Civil, estará subdividido en fases que corresponderán a los giros que la incipiente República burguesa vaya dando periódicamente en busca de apoyos, unas veces a la derecha y otras a la izquierda.
El sector socialista, entró en la República convertido en el eje de la situación.  Por tanto, consideramos necesario hacer una somera descripción de sus zonas de implantación, de su número y, por último, del origen laboral de sus afiliados.  La UGT seguía conservando su fuerza en los bastiones tradicionales: Madrid, Vizcaya y Asturias.  Sin embargo, en esta última la competencia comunista le hará perder puestos, que serán compensados con creces por la expansión en Guipúzcoa y por los afiliados de las zonas agrícolas de Andalucía y Extremadura.  Es curioso reseñar cómo la extensión de la propiedad condiciona el paso a un sindicato u otro: la pequeña será controlada por los Sindicatos Católicos; la mediana, por la UGT, y la grande por la CNT. En cuanto al número de afiliados, al parecer es del orden del millón, procedentes, en casi un 50%, de la agricultura, siguiendo en importancia los albañiles (86.861), los ferroviarios (49.117), los mineros (40.635) y los metalúrgicos (33.287).  La industria textil (7.705) seguía siendo un coto cerrado para la influencia ugetista.
A los tres meses de proclamada la República, celebró el PSOE un congreso extraordinario, cuyo tema central era determinar si ese había de seguir la colaboración con las fuerzas burguesas o no.  Las posturas vuelven a ser encontradas, aunque señalando que la apoyarán aquellos que se negaron a colaborar con la Dictadura (Prieto), y la rechazarán los que la habían preconizado (Besteiro).  En definitiva, el congreso aprobó la nueva "conjunción", a la vez que establecía un programa mínimo de reivindicaciones, que lleva a las Cortes Constituyentes.
La labor del equipo socialista fue examinada por el decimotercer congreso de 1932.  Diversos puntos acapararon la atención de los asistentes, destacando la ponencia titulada "Táctica: Colaboración Ministerial".  La ponencia preconizaba la separación de los ministros socialistas, para dejar al PSOE una mayor capacidad de maniobra en su lucha contra el capitalismo.  Enfrentándose a esta postura surgió la prestigiosa voz de Prieto, que condicionaba la retirada a que ésta no supusiera daño alguno para la seguridad de la República recién conseguida, ya que consideraba un suicidio el intento de implantar el socialismo en esos momentos.  Abundaron en esta misma idea Besteiro, Largo Caballero y otros, consiguiendo la aprobación de su propuesta.
Paradójicamente, la UGT, en su decimoséptimo congreso (paralelo al de los socialistas), se situó mucho más a la derecha que el núcleo político. Si en aquel la Comisión Ejecutiva estuvo formada por Largo Caballero como presidente, teniendo a su lado a Prieto, Pascual Tomás, etc., ahora el control de la UGT pasaba a manos de Besteiro y Saborit.  En definitiva, el ala política se entregaba al obrerismo, y esto no ocurría graciosamente, sino debido al predominio que las asociaciones campesinas habían logrado dentro de la Unión.
En efecto, si importante fue la labor de Largo Caballero en su política como ministro de Trabajo, la máxima importancia seguía radicando en el campesinado, que continuaba siendo la clase social más importante.  Por tanto, era lógico que la masa campesina, que dominaba la sindical, y que, gracias a la política socialista, había conseguido avances importantísimos, tales como la ampliación a este campo de la Ley de Accidentes de Trabajo, la jornada de ocho horas, fuertes limitaciones a la extinción de los arrendamientos, etc., además de la prometedora reforma agraria que se estaba gestando, rechazara toda actuación que pusiera en peligro lo conseguido.
La reforma agraria sería, sin embargo, la pieza de escándalo que separaría el bloque gubernamental, ya que todas las esperanzas puestas en ella fueron frenadas por los grupos republicanos. Los campesinos, desilusionados por las promesas incumplidas y por el creciente desempleo de los núcleos industriales, con su cadena de conflictos, provocaron un cambio de opinión de la base, que comenzó a pedir el fin del colaboracionismo.  Los cambios también habían afectado a figuras representativas como Largo Caballero, que había permanecido durante toda su vida en algún organismo oficial intentando conseguir la implantación pacífica del socialismo por vías oficiales.
Había finalizado el período de colaboración, y en el mes de septiembre, con el efímero primer período de Lerroux, los socialistas saldrían del gobierno.
Ante la nueva convocatoria electoral, los socialistas se presentaron en un bloque cerrado y sin ningún tipo de alianza electoral.  Esta posición, la abstención anarquista y el voto de las mujeres (que votaban por primera vez, aun a pesar de que los socialistas no estaban al principio de acuerdo con este tipo de sufragio-la edición de El Socialista «Órgano del Partido Obrero» del 18 de octubre de 1918. La conferencia, con el título «El voto femenino». Tan escandalosos eran los argumentos que el propio periódico del PSOE que omite publicar el coloquio: «Arrostando la impopularidad que supone pronunciarse en contra de la concesión del derecho de sufragio femenino, la distinguida conferenciante expuso supuestos peligros para la Democracia española si este derecho ciudadano se concedía a la mujer en las actuales circunstancias». Menos mal que no imperó el criterio de Margarita Nelken. Sería el Gobierno del General Primo Rivera quien por primera vez concedió el voto a la mujer española en 1924). Esta posición, decimos, combinada con el sistema electoral, daría el triunfo a las derechas capitaneadas por la C.E.D.A. (Confederación Española de Derechas Autónomas) de Gil Robles.

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