7 ago 2012

AZAÑA Y LOS SOCIALISTAS EN EL PODER (VIII)

En otro orden de cosas, la cosecha cerealista de 1932 se presentaba deficiente.  El precio del trigo subía.  Gobernadores, prensa, etc... comenzaron a hablar de escasez de trigo y de que había que recurrir a las importaciones. El gobierno, previos informes, importó 250.000 toneladas de trigo.  Pero la cosecha fue muy buena y hubo excedentes, con lo que el precio del trigo bajaba.  Se acusó al gobierno de estar arruinando a los cultivadores de trigo en España y de pagar el trigo importado a un precio más alto que la tarifa mundial.
Otro problema, en el que también subyacía el agravamiento de la depresión mundial, era el minero.  el carbón español, de baja calidad, no tenía empleo económico en la industria del acero ni en las locomotoras de los ferrocarriles.  El carbón de buena calidad era importado de Gran Bretaña.
Pese a que los mineros asturianos (miembros en su mayoría de la UGT) sólo trabajaban cuatro días a la semana, en octubre de 1932 se habían acumulado en las bocaminas unas 350.000 toneladas de mineral sin vender.  Los mineros, con González Peña a la cabeza, amenazaban con la huelga, y tras unas duras negociaciones, el gobierno se vio obligado a comprar el carbón.
La depresión económica mundial, coincidió con el advenimiento de la República, y los años peores fueron los de 1932 y 1933.  Todos los países reaccionaron adoptando la política del nacionalismo económico.  Como consecuencia, en España los  tiempos fueron malos para los productores de naranjas y aceite de oliva.  También durante los años 32 y 33 se experimentó un fuerte descenso en la demanda de hierro y acero.  Los metalúrgicos vascos culparon a la República por haber suspendido la construcción de ferrocarriles y sus correspondientes pedidos de equipo.  Aunque los industriales cascos, deseosos de obtener el estatuto, se mantenían en el campo republicano, su entusiasmo era más bien escaso.
Si bien menos dramáticamente que en otros países, descendió el índice de la producción industrial y se produjo un paro creciente.
Prieto pasó de la cartera de Hacienda a la de Obras Públicas, donde realizó una labor intensa.  De Indalecio Prieto dirá Miguel Maura que fue el político que le inspiró el mayor respeto y la más honda estima de cuantos trató en su vida, y que fue el único bajo cuya dirección y jefatura habría vuelto a desempeñar funciones de gobierno.
Prieto continuó la política hidráulica de la Dictadura.  Prosiguió los proyectos de la cuenca del Ebro, construyó dos pantanos en el Guadalquivir e inauguró las "Obras del Cíjara", antecedente del Plan Badajoz, que se llevaría a cabo después de la Guerra Civil. Se ocupó del aumento de regadíos y centrales eléctricas; en cualquier momento y en cualquier sitio predicaba las doctrinas de Joaquín Costa y ensalzaba la importancia del agua, los árboles y la electricidad. Completó el túnel del Guadarrama; electrificó líneas ferroviarias, como el trayecto Madrid-Segovia, etcétera.
Teniendo en cuenta que los fuertes gastos gubernamentales conllevan consecuencias inflacionistas, Prieto, lo mismo que Carner, se preocupó de reorganizar los presupuestos y mantener estable la peseta.

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