12 jul 2012

UNIÓN GENERAL DE TRABAJADORES (U.G.T.) (II)

La problemática socialista sobre las huelgas, según creemos, queda perfectamente reflejada en un texto de Pablo Iglesias (que lamentamos no poder precisar en qué fecha se publicó, ni siquiera en qué publicación).  Éste decía:

"El convencimiento de que las huelgas, para que resulten victoriosas, han de contar con un ambiente favorable, debe afirmarse, cada vez más, en todos los obreros asociados.  La masa general, al recurrir a la huelga, no pretende causar daño al interés colectivo, sino obligar a los patronos, que no se dan a razones, a que atiendan las peticiones obrera, y que ellos, los huelguistas, si se les facilitan los medios de trabajo y se da satisfacción a sus legítimos deseos, estén dispuestos a reanudar su faena...".

Un poco antes, y en el mismo texto, había afirmado:

"Tampoco deben mostrarse indisciplinados en lo que toca a las reclamaciones que hayan de plantear a sus patronos, ya sean éstas para obtener mejoras o para restablecer los contratos que dichos patronos violen.  Ésa es misión que corresponde llevar a las Sociedades o a sus Juntas Directivas, pero no a los obreros de cada taller, fábrica, mina u obra.  Solicitar éstos por sí mismos las mejoras o declararse en huelga es un procedimiento irregular que está lleno de peligros...".

La actitud socialista fue rápidamente correspondida por el gobierno. Así cuando se produjo una huelga minera en Riotinto, el ministro de la gobernación se apresuró a destacar que la responsabilidad debía recaer sobre los anarquistas, y no sobre los socialistas.
La marcha reformista, con aires de social-demócrata, hizo ir perdiendo posición a la Unión General de Trabajadores.  Entre los meses de febrero y octubre de 1905, ésta perdió nada menos que 10.000 afiliados, lo que representaba un 18% de sus efectivos totales.  Si a esto unimos la precaria situación general del país, comprenderemos mejor en qué situación se encontró ésta y su núcleo político (Partido Socialista) ante los sucesos de Barcelona de 1909, conocidos como La Semana Trágica, provocados por la guerra con Marruecos.
Los sucesos de la Semana Trágica, que estudiaremos en otro lugar, sirvieron par demostrar la falta de coordinación en que se encontraban las fuerzas obreras.  Ante la primera huelga general, netamente política, los grupos anarquistas fueron totalmente desbordados, e irían casi siempre detrás de los acontecimientos, mientras que los socialistas, con una mejor organización, no pudieron estar a la altura de las circunstancias.  El Comité catalán propuso la fecha del día 26 de julio para la huelga general, mientras que el Comité Nacional propuso el 2 de agosto, por considerar aquélla prematura y que el gobierno podía controlar la situación.  Mientras tanto, en los núcleos conflictivos la acción pasó de los huelguistas a los "jóvenes bárbaros" de Lerroux, cuya acción más eficaz fue la quema de conventos y edificios religiosos.

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