15 jul 2012

MISERIA Y MIGRACIÓN DEL CAMPO A LA CIUDAD EN LOS ALBORES DEL SIGLO XX (II)

Preguntémonos ahora por la distribución geográfica de las migraciones internas. Saltan a la vista Barcelona, Guipúzcoa, Madrid y Bilbao como núcleos de máxima inmigración; estas cuatro provincias,desde 1940 a 1960, han sido focos de atracción permanente; por el contrario, hay otras 26 provincias de repulsión también permanente; las 11 provincias restantes ofrecen saldos de signo variable.
La sangría que experimentan provincias como Almería, Teruel, Guadalajara, Soria, etc... es tremenda.  Ya en el censo de 1940 se registraban en Barcelona 51.456 habitantes de Almería.  Los ejemplos a aducir serían múltiples.
El área de las provincias que arrojan sus habitantes a otras revela una clara tendencia a ampliarse.  Si de las provincias descendemos a examinar lo que ocurre en los partidos judiciales y, aún más, en los municipios, las tendencias a expulsar sus habitantes a otras partes serían más patentes y estremecedoras.  La cifras confirmas esto, así como el riesgo que corre todo el oeste y el sur de despoblarse, en beneficio del norte y del este.
Entre 1950 y 1960 más de un millón de personas huyeron de las dos mesetas, Extremadura y Andalucía, a los suburbios de Madrid y a las ciudades industriales del norte de Cataluña; al mismo tiempo, casi otro millón de españoles emigraba al extranjero.  Todo esto es algo sin precedentes en la historia demográfica española.
En este mismo decenio, 18 provincias o, lo que es lo mismo, el 44,2% de todo el territorio, han perdido un total de 260.000 habitantes.  Son Albacete, Ávila, Burgos, Cáceres, Cuenca, Granada, Guadalajara, Huesca, Jaén, Lugo, Orense, Palencia, Salamanca, Segovia, Soria, Teruel, Toledo y Zamora.
Es, pues, un hecho innegable la formación de un semidesierto en el centro de España.  E medo de este desierto emerge el islote de Madrid, que de 600.000 habitantes en 1910 ha sobrepasado los 3 millones cuatro décadas después.  Su crecimiento fue desorbitado, siendo el sector servicios el que más creció, si bien de una manera anticipada, ya que en todos los países desarrollados del mundo, si bien es cierto que el sector terciario crece más deprisa, es como derivación de una revolución agraria e industrial bien hecha, ya que una masa de terciarios (servicios) poco cualificados no puede ser generadora de rentas cualitativamente apreciables.
A Galicia, de fuerte emigración tradicional, se le suma el "boom" emigratorio de la mitad meridional de España.  Existen elevados cotos de emigración y elevada intensidad de las migraciones interiores polarizados hacia Madrid, Barcelona y Bilbao.  Este trasiego provoca profundos cambios demográficos y sociales (desde la despoblación hasta la congestión humana).
Estos trasvases de población son necesarios, sin duda, para el progreso económico del país.  Pero existen unas preguntas serias: ¿conviene que más de la mitad de un país se despueble?, ¿es bueno que siga aumentando la diferencia del nivel de vida entre las provincias que arrojan gentes y las provincias que las reciben?
Esto traerá sus consecuencias en los albores de la Democracia cuando se redacte la Constitución de 1978.

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