15 jul 2012

LA EMIGRACIÓN EXTERIOR ESPAÑOLA DEL SIGLO XX

La dinámica emigratoria presenta ritmos diversos: de 1882 a 1914 el ritmo es muy vivo y el país perderá en este período cerca de un millón de habitantes, el equivalente a la tercera parte del crecimiento demográfico nacional.  Existen años de fuerte sangría, como 1912, en que la diferencia entre salidas y entradas arroja un balance migratorio desfavorable en 133.994 personas.  Estas riadas salen de las cuatro provincias gallegas, Asturias, Santander, Canarias, Barcelona y Madrid.  En 1914 el balance entre salidas y entradas arroja 62.481 inmigrantes o personas que vuelven a su patria.  A partir de este año la gente no emigra ya a América por lo arriesgado del viaje, por la demanda de mano de obra de las naciones europeas en guerra, y en España, por esta misma demanda de brazos, debido al proceso de industrialización que se está operando en el país.  A partir de la Primera Guerra Mundial el español emigrará poco a América y más a Francia, donde llegarán a asentarse 350.000 españoles en 1931.
Entre 1925 y 1950 la emigración mantiene un ritmo moderado, debido al "bienestar" español de la Dictadura de Primo de Rivera, a la crisis del 29 y a la Guerra Civil.  Sólo a partir de 1945 la emigración se acelera.  
A partir de los años cincuenta, y cuando la economía española se vea frenada por la estabilización monetaria, el gobierno del Régimen abrirá las compuertas y serán las clases trabajadoras las que se vean obligadas a exportar los brazos sobrantes, contribuyendo de esta forma dichas clases al esfuerzo de la estabilización.
Así veremos que en 1960 los emigrantes españoles en Francia eran 394.389.  Se rebasa el área francesa y los jornaleros españoles llegan masivamente a Alemania, Suiza, Austria, Holanda y Bélgica.  Entre 1956 y 1963 la emigración española a Europa arroja una pérdida bruta de 479.666 personas.  Además, y es esencial, estos emigrantes son en su mayoría varones en la mejor edad para trabajar (entre los 15 y los 55 años).
Es cierto que España se enriquece con los ahorros de estos emigrantes, que envían divisas a sus familias en España, pero no lo es menos que el país se empobrece debido a los gastos de la formación e una masa que luego ha de rendir fuera.

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