20 jul 2012

MINERÍA E INDUSTRIA A INICIOS DEL SIGLO XX (II)

El capital vasco volvería a apoyar uno de los proyectos de la Dictadura: la Confederación Hidrográfica del Duero, que empezaría a funcionar, alentada por el ingeniero Orbegozo, en 1934.  El proceso de inversión bancaria española en las empresas hidroeléctricas alcanzará su punto culminante en las décadas de 1940 y 1950, cuando fueron adquiridos gran número de intereses extranjeros.  El Banco de Vizcaya se mostrará especialmente activo en este terreno.
Enunciemos, aun sin detenernos, las consecuencias sociales de la electrificación, especialmente en las zonas rurales atrasadas.
El contraste con este incremento energético lo encontramos en la estabilización y en el bajón de los minerales  metálicos.  El plomo, el cobre y el hierro, que habían sido la base dela exportación española en el último cuarto del siglo XIX, empieza a declinar.  La minería vizcaína, hasta la Primera Guerra Mundial, mantiene sus extracciones medias de nueve millones de toneladas anuales; pero en 1914 baja a siete millones, y pocos años después la caída es más dramática, llegando hasta los tres millones. La hegemonía del mineral de hierro vasco, a la apertura de 1920, pertenece ya al pasado.  El plomo, de una producción de 382.000 toneladas en 1901, desciende a 264.000 en 1914. La producción de cobre es de 2.706.000 toneladas en 1901, y aunque en 1912 todavía alcanza la cifra de 3.785.000 toneladas, cae, en 1918, a 1.598.000.  Eran los frutos de la depreciación del capitalismo internacional. Muchas minas son abandonadas por agotamiento o por no poder competir con los yacimientos más afortunados de otros países.
Ya nos hemos ocupado, al hablar de la siderurgia en la época de la Restauración, de la hegemonía de las provincias vascas.  Era lógico, si teníamos en cuenta la dependencia de la industria pesada respecto del hierro y el carbón barato.  También nos referimos a los beneficios obtenidos por la explotación de las minas que dieron lugar a la potente Banca vasca y a una industria siderúrgica  concentrada y eficiente.  De 1901 a 1914 la hegemonía de Vizcaya como centro de la industria pesada sigue en pie.  Las tentativas de Andalucía de levantar el vuelo fracasan; Cataluña seguía limitada por la carencia de carbones y de hierros; Asturias había quedado atrás; la siderurgia santanderina cobraba aliento al crearse en 1902 la sociedad "Nueva Montaña".  Era sólo Vizcaya la que producía, en lingotes de hierro y acero, más de la mitad del total; los astilleros, los talleres mecánicos y de forja, las fábricas de material ferroviario dibujan definitivamente la silueta de Bilbao y de su ría.  La producción siderúrgica española da un gran paso de 320.000 toneladas en lingotes de hierro en 1901 a 442.000 en 1913 y de 166.000 toneladas de acero a 392.000 entre las mismas fechas.  No obstante, estas cifras no pueden ocultar tres hechos fundamentales: todavía seguía exportándose el 90% del material férrico; se importaban aún grandes cantidades de hierro y acero y, en conjunto, las instalaciones estaban mal equipadas y arrojaban bajos rendimientos.
Con anterioridad a la Primera Guerra Mundial experimentan un progreso notable la industria ligera, el cemento y los productos químicos.  El cemento fue un índice de progreso reflejado en la industria y en la agricultura.  En 1898, con la construcción de la fábrica Tudela-Veguín, se iniciaba en Asturias el aprovechamiento del cemento artificial según la fórmula Portland.  Esta industria radicaba en Barcelona, Tarragona, Lérida, Gerona, Valencia, Zaragoza, Vizccaya y Guipúzcoa, y la producción anual oscilaba en torno al medio millón de toneladas.  En 1910 se aclimata la técnica del hormigón armado.  Sabido es que España ha dado el mayor artista del cemento armado, Gaudí, algunos ingenieros notables como Torroja, y una nave de hormigón y la chimenea de cemento más alta de Europa.
Algo semejante pasó con la industria química, que experimentó un fuerte despegue en 1896 y 1908, gracias a la constitución de compañías como la Unión Española de Explosivos, la Electroquímica de Flix, la Sociedad Anónima Cros para la producción de superfosfatos y ácido sulfúrico, básicos para el desarrollo de la agricultura y la industria.  Aparte, iban también desarrollándose las industrias de conservas, del mueble, del vidrio, etcétera.

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