28 jul 2012

MIGUEL PRIMO DE RIVERA: LA DICTADURA Y EL DICTADOR (II)

En septiembre de 1923 la masa neutra española recibió con satisfacción la noticia de la Dictadura de Primo de Rivera.  Estaba en el ambiente la necesidad de implantar unas medidas de emergencia, deseadas por el hombre de la calle, y que terminarían con la inestabilidad civil, militar y social de los últimos cinco años.  El propio Gabriel Maura Gamazo, hijo de Antonio Maura, escribirá e 1930 un libro poco simpatizante con la Dictadura (Bosquejo histórico de la Dictadura), en el que dice:

"Que... (en 1923) la situación inestable de la política española no tenía otro desenlace lógico sino la Dictadura, era creencia generalizada, que hasta había llegado a hacerse pública."

Diversos retazos de la prensa del mes de septiembre de 1923 nos hablan de una opinión pública que acogió favorablemente el golpe de estado:

"El país ha recibido los acontecimientos de la última jornada con tranquila expectación... Quiere decir que no le contraría, ni le entusiasma, lo sucedido.  Lo que ha caído por ahora -que no es el gobierno sólo, ni mejor, ni peor que los anteriores, sino el sistema de que formaba parte- bien caído está...  No hay quien lo llore, ni la clientela que procuraba filtrarse en la nueva situación... Un episodio más al que abre un pequeño crédito la paciencia del país." (ABC, 14 de septiembre).

"Cuando los sublevados se jactan de haber recogido el ansia popular, tienen razón.  En lo íntimo de la conciencia de cada ciudadano brota una flor de gratitud para los que han interrumpido la rotación de concupiscencias." (EL LIBERAL, 18 de septiembre).

"Si el directorio gobierna bien y vence los problemas, poco importa que se haya pronunciado.  Apoyamos leal y resueltamente esta situación: primero, porque era la única posible, y segundo, porque empieza a cumplir nuestro programa...  No encontramos lícito que se le apremie con platos perentorios porque su misión no es tan breve ni tan fácil." (EL SOL, 23 y 27 de septiembre).

"La opinión presiente días de zozobra, acaso de empeñadas luchas, pero asiste con cierto regocijo al derrumbamiento de hombres y procedimientos que no acertaron." (EL IMPARCIAL, 28 de septiembre).

Personajes y grupos políticos manifiestan una tendencia similar:

"Si el movimiento militar ha querido identificarse con la opinión pública y ser plenamente popular, justo es decir que lo ha conseguido por entero... Calcúlese la gratitud que la gran masa sentirá hacia esos magnánimos generales que generosamente, desinteresadamente, han realizado la aspiración semisecular de veinte millones de españoles, sin que a éstos les cueste esfuerzo alguno..." (Ortega y Gasset).

"Al general le consta el sincero y cordial deseo de que este régimen, a cuyo establecimiento e iniciativa nada me liga, realice una misión útil que por mi parte no encontrará obstáculos." (Niceto Alcalá Zamora).

El propio Lerroux, así como los mauristas y la federación democrática, justificaban la acción de Primo de Rivera.  Otros muchos textos, y en esta misma línea, se pueden encontrar.  Sin embargo, también hubo quienes se callaron o desaprobaron de una manera tácita o expresa el golpe de estado.  Entre estos últimos, la U.G.T. y el P.S.O.E.

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