27 jul 2012

LA PROTESTA REPUBLICANA (II)

Pi y Margall también moría en 1901, con lo que el único superviviente de la gran generación era Salmerón: catedrático, autoridad ética, orgullo de sus partidarios, referente político, conocedor de manejos electorales, manipulador de comisiones y congresos y atento a ganarse a los violentos revolucionarios.  Aunque Salmerón era un profesor pacífico, en 1903 surgió como líder de un partido republicano unitario, alcanzando un gran éxito electoral.  La Unión Republicana quedaba semi-muerta y el partido unitario de Salmerón correría la misma suerte al sumarse, de una manera sorprendente, a Solidaridad Catalana en 1906.  Solidaridad Catalana englobaba en sus filas a regionalistas conservadores, como Cambó e incluso a carlistas catalanes.  Lerroux, Sol y Ortega, Azcárate, Melquíades Álvarez no estaban dispuestos a aceptar a Salmerón ni a sus "alianzas sin principios".  Que el republicanismo no constituía aún un partido nacional nos lo demuestra también el que el Bloque de las Izquierdas de 1908 o la Conjunción Republicana Socialista de 1909, montados para destruir el conservadurismo autoritario de Maura, fueran obra de un partido republicano unido.  Pero el "¡Maura, no!" también lo gritaban otros, entre ellos los liberales.
Decididamente, el republicanismo de las viejas glorias de 1873 no contaba con fuerza suficiente para salirse de las ciudades republicanas y abarcar todo el ámbito nacional.  El futuro republicanismo estaba en dos direcciones divergentes entre sí: un extremismo revolucionario, con la imprecisa revolución social de raigambre exaltada por meta (Lerroux), y la creación de un partido evolucionista con un programa moderno de reforma social y política, programa práctico que se sobrepondría cada vez más al problema formal del régimen: médula ésta del republicanismo histórico (Azcárate y Melquíades Álvarez).  Examinaremos por separado cada una de estas direcciones.

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