4 jul 2012

LA ESPAÑA DE GALDÓS Y CLARÍN (I)

Destacar los nombres de Galdós y Clarín puede parecer muy arbitrario, sobre todo por estar entrelazados por otras obras y otras corrientes y también porque existen otros nombres de enorme prestigio; sin embargo, los cargamos con la responsabilidad de esta selección porque se trata de dos figuras cuya obra es enormemente representativa de este periodo y porque en una Historia de estas dimensiones sólo podemos destacar algunos testigos, aunque sea a costa de citar únicamente a figuras de la talla de Valera, Palacio Valdés, Coloma, Pereda, Pardo Bazán, Hinojosa, Cajal, Campoamor, Echegaray o Jacinto Benavente.
La obra de Galdós y Clarín se desarrolla en una España eminentemente agraria, en un país con unas estructuras de producción arcaicas (excepción hecha de los núcleos minero-siderúrgicos y textiles de Vizcaya y Cataluña), en un país con un 71% de analfabetos, en un país cuya política sigue el sistema canovista de turno de partidos y en el que están pujantes el caciquismo y el fenómeno oligárquico.
Galdós había nacido en las Canarias y llegaba a Madrid con 19 años, en 1862.  Estudios, periódicos, tertulias, ocupan su tiempo.  Vive el entusiasmo y el fracaso de todo lo que significa la revolución de 1868.  En 1871 publica La Fontana de Oro; dos años más tarde empieza sus Episodios Nacionales, y rápidamente se convierte en el escritor más leído de España y con una personalidad de primer plan en la vida nacional.  Adherido al republicanismo, se le ve con frecuencia en manifestaciones y actos políticos, tanto republicanos como obreros.  Muere en 1920, tras haber visto frustrada, por sus ataques a la política del gobierno, su candidatura al Premio Nobel.
Aunque Galdós acepta a Sagasta, no acepta el viejo legitimismo de clase social, ni la restauración de orden burgués ni la integración del sentido y los valores de la burguesía liberal con las clases de instituciones oligárquicas, nobiliarias, dominantes.  Galdós critica en Fortunata y Jacinta, en las Novelas Contemporáneas, en Lo Prohibido, en la tetralogía de Torquemada..., el suicidio de una burguesía -fuerza impulsora en el momento-, por el hecho de encadenarse a la vieja oligarquía.  Veamos unos párrafos del autor para mejor comprender su ideario:

"...Hablando en puridad, hoy no hay más aristocracia que la del dinero.  Los mejores pergaminos son las acciones del Banco de España.  Todos los días estamos viendo tal o cual joven, cuyo apellido es de los que retumban en nuestra historia con ecos gloriosos, toma por esposa a tal o cual señorita rica, cuyos millones tienen por cuna una honrada carnicería o el comercio de vinos.  Como hoy es tan fácil decorarse con un título nobiliario, que siempre suena bien, vemos constantemente marqueses y condes cuya riqueza es producto de los adoquinados de Madrid, del monopolio del petróleo o de las acémilas del ejército del Norte en la primera y segunda guerra civil.  Los individuos de la antigua nobleza se han convencido de que para nada les valen sus pergaminos sin dinero y sólo piensan en procurarse éste, ya por medio de los negocios, ya por medio de las alianzas."

En esta primera etapa de su obra, Galdós adquiere conciencia de su tiempo para no identificarse con la parálisis de la historia de España.  Escribe desde la burguesía de la Restauración para criticar su bastardeo con los grupos oligárquicos.  No es "ultraizquierdista", porque no es un "inoperante"; pero, en su segunda etapa, y esto está muy claro, comprenderá que el motor propulsor no es ya la burguesía, sino el cuarto estado, aliado de la fracción burguesa, que aún mira hacia el mañana.  Benito Pérez Galdós marchará en cabeza de todas las manifestaciones del 1º de Mayo.

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