29 jul 2012

LA DICTADURA Y EL FRACASO POLÍTICO (III)

Primo de Rivera nunca entendió el mundo de los universitarios y los escritores.  Miguel de Unamuno fue privado de su cátedra, confinado y desterrado; de acuerdo con Ortega y Gasset, atacó duramente al dictador.  Los estudiantes admiraban a don Miguel de Unamuno y se sumaron a la oposición de los intelectuales para defender sus intereses.  Concentrados en el sindicato acatólico F.U.E. (Federación Universitaria Española), se opusieron a que las universidades privadas católicas dieran títulos.  La disputa se extendió a todas las universidades españolas, menos Zaragoza.  La oposición al régimen llegó a ser abierta y permanente.  Primo de Rivera reaccionó clausurando la universidad de Madrid y suspendiendo las clases en otras.  Una nota muy desgraciada del dictador, en la que llamaba perezosos a los profesores y demasiados y frívolos a los estudiantes, agravó el caso.  Ramón Menéndez Pidal dejó oír su voz; José Ortega y Gasset, Sánchez Román, Jiménez de Asúa, De los Ríos y García Valdecasas renunciaron a sus cátedras; otros muchos siguieron este ejemplo, como Marañón, Pérez de Ayala, Azaña..., desencadenando una guerra implacable; Valle-Inclán también fue arrestado; los dirigentes estudiantiles fueron relegados a Cuenca; los colegios de abogados se sumaron a esta repulsa; el Ateneo de Madrid fue también clausurado.  La tempestad desencadenada adquirió proporciones insospechadas por el gobierno, quien obrando torpemente aumentaba la reacción universitaria.
Primo de Rivera seguía en sus trece diciendo que los profesores explotaban a sus alumnos y que los estudiantes perdían el tiempo en política.  Decididamente, como se decía entonces, el dictador carecía de "formación universitaria".
La situación se hizo prácticamente insostenible: los estudiantes extranjeros iniciaron movimientos de solidaridad; aparecieron octavilla y poemas contra Primo de Rivera; un busto de Alfonso XIII fue destruido en la nueva Ciudad Universitaria, indicando los peligros que entrañaba para la monarquía el apoyo continuado a la Dictadura.
Pero no sólo la vieja oligarquía política, los obreros, los intelectuales, los estudiantes, los republicanos... se oponían al dictador.  También el ejército -y esto era quizá más grave-dejó de apoyarle.  Los militares habían allanado su ascenso, y cuando dejaron de ser fieles al general, éste dimitió.

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