31 jul 2012

LA CAÍDA DE LA MONARQUÍA (1930-1931) (IV)

La rebelión estaba planeada para el 15 de diciembre, pero unos cambios de plan, unos desacuerdos o malas interpretaciones confundieron a los conspiradores.  Antes del amanecer del día 12, la guarnición de Jaca, reforzada por algunos jóvenes entusiastas, proclamó la República y marchó sobre Huesca.  En Ayerbe chocaron con tropas que les hicieron frente. Los dos jefes, Galán y García Hernández, fueron fusilados.  La República comenzó a tener sus mártires.  La acción del capitán Fermín Galán fue un lamentable error, llevada sin la menor habilidad estratégica ni militar.  Galán tenía prisa por obtener para sí la gloria de una revolución triunfante.  Tanto Galán como García Hernández habían sido fusilados tras un juicio sumarísimo y sin consulta ni conformidad del Gobierno.  Los retratos de estos dos "mártires" se mostrarían colgados en las paredes de las clases obreras durante toda la Segunda República.
El gobierno, en vista de lo ocurrido en Jaca, tomó drásticas medidas en los cuarteles y capitales parando en seco todo intento de sublevación militar; como el ejército no salió a la calle, los obreros de la U.G.T., fieles a la consigna, no se movieron.  Sólo en Cuatro Vientos, Ramón Franco, Sandino, Queipo de Llano y otros habían tomado el campo y detenido a sus jefes, pero tuvieron que fugarse, tras sobrevolar Madrid, lanzar octavillas y observar que en las calles de la capital la vida seguía su curso normal.
Los conspiradores de Madrid fueron rápidamente arrestados por el gobierno. Allí fueron a parar Miguel Maura, Álvaro de Albornoz, Largo Caballero, Fernando de los Ríos, Casares Quiroga y don Niceto Alcalá Zamora que fue detenido al salir de misa.  Lerroux ni siquiera fue buscado; Azaña se escondió en Madrid y Domingo y Prieto se escaparon a Francia en las mismas barbas de la policía.
Hubo republicanos que afirmaron que este fracaso fue un éxito para la República, pues de haber salido bien las cosas, la República hubiera sido consecuencia de otro pronunciamiento.  La opinión dio un viraje hacia una solución civil republicana, mientras el martirio de Galán y Hernández se explotaba como ejemplo de crueldad por parte de Alfonso XIII.
De todas formas, dice un testigo de estos hechos, Miguel Maura: 

"La República era inevitable porque la Monarquía ya no era más que un cadáver en pie: sin alzamientos, sin héroes, sin mártires y hasta sin republicanos hubiese venido lo mismo, con la única diferencia que en vez de hacerlo pacífica, ciudadana y ejemplarmente, su advenimiento hubiese podido ser violento, anarquico y caótico sin la "colchoneta" del Gobierno Provisional".

Mirando la Historia de las Españas de los siglos XIX y XX desde la perspectiva del año 1931, quedaba claro que la monarquía de los Borbones había perdido su autoridad y una gran parte de su prestigio sentimental sobre el pueblo español.

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