26 jul 2012

ÉPOCA DE DISTURBIOS Y CRISIS DE POSGUERRA (V)

La crisis económica de la posguerra había influido disminuyendo los beneficios de los patronos.  Éstos lucharán contra los sindicatos obreros alegando que sus exigencias les arruinarán.  Las asociaciones obreras estaban dispuestas a mantener el empleo y los salarios a los niveles existentes durante la guerra. Planteada la lucha, los patronos desencadenan la "ofensiva general": usan el arma del "lockout", se niegan a dar trabajo a los afiliados a sindicatos, patrocinan a los Sindicatos Libres contra la C.N.T. e incluso llegan a intimidar a los ministerios y a presionar a las autoridades para que acaben con las huelgas y se opongan al gobierno central, que deseaba negociar reformas salariales.  Tal es el caso de la Federación Patronal de Barcelona, que hace del capitán general de Cataluña, Miláns del Boch, un aliado de la federación, o el de los patronos mineros asturianos, que se oponen a los esfuerzos gubernamentales por mediar en una huelga en la que los obreros pedían aumento de salarios.
Como ya hemos dicho, el fin de la guerra fue un duro golpe para la industria española y, directamente, excitó los ánimos del proletariado, extendiendo la agitación obrera por todo el país (cosa similar ocurría en el resto de Europa).  A la situación económica, a los patronos obstinados, a los gobiernos débiles y a las injusticias debemos agregar el rápido ascenso de la C.N.T. (600.000 afiliados en 1919) y los 200.000 afiliados de la U.G.T.  Su objetivo era destuir la sociedad burguesa mediante una huelga general revolucionaria.
El congreso de la C.N.T. en Sabadell (1919) y la huelga de La Canadiense (Electricidad catalana) representan el apogeo del movimiento sindical.  Aunque la huelga se disparó por una secundaria cuestión salarial y aunque el objetivo inmediato era el reconocimiento pleno de los sindicatos por parte de las empresas, el sindicalismo apuntaba a horizontes totalmente revolucionarios.  La huelga de La Canadiense duró 44 días, paralizando el 70% de la industria barcelonesa (la ciudad quedó a oscuras; cafés y teatros cerraron...).   Esto representó un triunfo para los sindicatos, y el gobierno cedió en dos puntos: los salarios serían fijados por comisiones mixtas de patronos y obreros; el 11 de marzo, el gobierno de Romanones estableció la jornada máxima de 8 horas en el ramo de la construcción, decreto que se hizo extensivo a todos los oficios en 3 de abril.
La compañía, sin embargo, se negó a reconocer el sindicato y a asegurar el reempleo, y el capitán general se negaba a poner en libertad a los sindicalistas presos.  Mientras tanto, el comité de la C.N.T., que no trataba con la compañía por miedo a que sus miembros fueran reconocidos y arrestados, pregonó que todo acuerdo negociado resultaría inútil, teniendo en cuenta que la compañía se negaba a la readmisión de todos los obreros.  Se había llegado así a una huelga general de solidaridad revolucionaria, con la que acabaría la declaración del estado de guerra y las detenciones en masa.
La situación se complicó cuando la Federación Patronal de Barcelona decretó el "lockout" en agosto de 1919.  Desde el punto de vista patronal, el "lockout" fue un éxito, porque dividió y debilitó a la C.N.T.  Pero ésta contestó con la acción directa, y aumentaron los asesinatos de patronos y obreros no afectos.
En estos movimientos sindicales estaban destacando jefes como Salvador Seguí (el "Noi del Sucre") y Ángel Pestaña.  Hombres de organización y opuestos personalmente al terrorismo eran revolucionarios en lo estratégico, pero con procedimientos moderados.  Los gobernadores de Barcelona, Amado y Bas, respetaban y consideraban a Seguí enemigo de extremismos.  Éste quería conseguir una comisión mixta y un derecho de asociación que no encarcelara a los líderes sindicales, pues de lo contrario -sostenía- el frente sería ocupado por terroristas.
Pero los patronos aducían que el control de los moderados sobre la C.N.T. era precario, y no pararon hasta conseguir un gobierno civil fuerte.  El cargo recayó sobre Martínez Anido (noviembre de 1920), quien durante dos años gobernó Barcelona con mano dura:  "Que acaben conmigo si pueden", decía refiriéndose al gobierno madrileño en sus declaraciones a los periodistas.

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