26 jul 2012

ÉPOCA DE DISTURBIOS Y CRISIS DE POSGUERRA (I)

La solución política no se presentaba nada fácil después de la gran crisis del verano de 1917.  No cabía otro remedio que formar un gobierno integrado por las diversas facetas políticas del régimen.  Así nació el "Gabinete de Concentración" o ministerio de remiendos, presidido por García Prieto, jefe del ala izquierda del partido liberal. Incluía al maurista La Cierva, que tenía la confianza del ejército, y a dos catalanes: Ventosa, de la Lliga, y Rodés, de Esquerra Catalana. La postura de los asambleístas de 1917 es diferente: mientras Cambó abandonaba la política revolucionaria (la revolución violenta le asustó porque no pudo controlarla), Melquíades Álvarez seguía fiel a su programa: Cortes Constituyentes, como única forma de garantizar reformas internas serias. No podían aceptar ni él ni sus reformistas unos remiendos donde los puntos de la Asamblea quedaban traicionados, entre otras cosas porque en este gabinete formaba un responsable de la represión de 1909: La Cierva. Tampoco las izquierdas catalanas estaban muy de acuerdo en que el conservador Cambó fuera el representante de las reivindicaciones catalanas.  Respecto a las Juntas de Defensa, no debían estar muy contentas del cumplimiento de su papel: de renovadoras pasaron a represivas.  Maura seguía pasivo...
La legislatura se presentaba, pues, muy confusa.  Por otra parte, este gabinete de concentración se declaró incapaz de resolver los numerosos problemas que tenía planteados el país.  Uno de ellos: La Cierva se alarmó ante el brote de nuevas juntas, ahora de sargentos y de solados, en contacto con las organizaciones obreras, y que miraban como pauta a seguir la sovietización de la revolución rusa.  Ese riesgo que, según La Cierva, podía traer una catástrofe nacional, le llevó a anular sin escrúpulos este movimiento sindical, no sólo de la tropa y los suboficiales, sino también de los propios funcionarios de Correos y Telégrafos, quienes seguían las mismas huellas trazadas por los militares.  En esta situación, García Prieto dimitió el 22 de marzo de 1918.
Ya nadie quería hacerse con el poder, y el rey, desasistido por lo políticos, amenazó con abdicar. Se buscó una solución "integradora" en un Gobierno Nacional presidido por un hombre de prestigio y respetado por el ejército.  Estamos hablando de Antonio Maura.  Ocuparon carteras las grandes personalidades: Dato, García Prieto, Cambó, Romanones, Alba, La Cierva.  En teoría, este ministerio era único en Europa y podía llegar muy lejos a través de un programa de auténtico carácter nacional.  También el pueblo acogió con esperanzas y emoción demostrada esta nueva experiencia política.  Cuando se presentaron ante las Cortes, diputados, curiosos,periodistas y un gentío inmenso estallaron en vivas y aplausos ensordecedores.  Pero las tensiones internas, los partidos personalistas conspirarían contra su viabilidad.

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