9 jul 2012

EL MOVIMIENTO OBRERO EN ESPAÑA (III): ANDALUCÍA

Una de las primeras manifestaciones de este socialismo fue la insurrección de 1861 en Loja y en la villa cordobesa de Iznájar.  Este levantamiento, sin embargo, no fue debido a un enfrentamiento entre explotados y explotadores sino entre muchos republicanos agrupados en asociaciones de tipo masónico o carbonario, que veían en la monarquía un freno para sus ideas de progreso, y los defensores de la monarquía de Isabel II.  Las causas que originaron esta insurrección, que levantó en armas a seis mil campesinos contra el ejército, son explicadas por su propio dirigente, el veterinario de la localidad, Rafael Pérez del Álamo.  Según éste, Loja, feudo del general Narváez, se encontraba dividida entre demócratas y conservadores.  El gobierno, instigado por éstos, dispuso que fuerzas del ejército y la Guardia Civil recorrieran los pueblos e hicieran registros domiciliarios para la búsqueda de armas y municiones; los moderados y minoristas, protegidos por el gobierno y teniendo a su disposición a esa "incorruptible e incorrupta curia, embeleso y delicias de los espíritus más rígidos y puritanos, oprimían y explotaban a los trabajadores...".  Para muchos historiadores, fue la primera manifestación del socialismo indígena, al margen de las corrientes extranjeras y de los sociólogos españoles.  A nuestro entender, la revolución de Loja fue una revolución de claro carácter socialista, en tanto que el partido radical era el que, necesitando el apoyo de las masas populares, hacía suyos los postulados de éstas para fines meramente oposicionistas.  Sin embargo, que no era una revolución destinada a transformar las relaciones de producción como sería la Comuna de París de 1871, queda claro en la proclama lanzada por Pérez del Álamo:

"Ciudadanos: todo el que siente el sagrado amor a la libertad de su patria, empuñe un arma y únase a sus compañeros; el que no lo hiciera será un cobarde o un mal español.  Tened presente que nuestra misión es defender los derechos del hombre, tales como los preconiza la prensa democrática, respetando la propiedad, el hogar doméstico y todas las opiniones.  En nombre del Centro Revolucionario.  Rafael Pérez del Álamo. Iznájar, 28 de junio de 1861".

Tras el fracaso del movimiento, que sólo duró cinco días, todos los partidos se apresuraron a repudiarlo.  Demócratas y progresistas, a través de su prensa, negaron que pertenecieran a sus filas.   Los minoristas creyeron ver la causa en un resentimiento personal de Pérez del Álamo con su paisano el general Narváez, y sólo los moderados vieron una intentona socialista.  Como diría uno de sus historiadores: "... el pensamiento de los jefes y el de las masas combatientes seguían rumbos distintos.  Los directores se proponían destronar a la reina e instaurar la República, y la masa aspiraba, ante todo y sobre todo, al respeto a la tierra".

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