28 jul 2012

EL AUGE DEL NACIONALISMO VASCO

El nacionalismo vasco se desarrolla sobre todo en el siglo XX.  Pero nace en el XIX con su apóstol Sabino Arana.  Se manifiesta primero en Bilbao, lo que permite clasificarle menos como una herencia del viejo fuerismo que como reacción de una región económicamente avanzada contra la dirección retrasada del centro del país.
Cultura, literatura y lengua no habían alcanzado el grado de desarrollo de la Renaixença catalana.  El euskera perdía terreno y fue rechazado como instrumento literario por los más grandes escritores vascos: Maeztu, Baroja y Unamuno (Salvador de Madariaga atacará repetidamente la cultura, el euskera o vascuence y al "arcaico" y "primitivo" nacionalismo vasco; afortunadamente hay actitudes que se superan con el tiempo).  Unamuno no fue figura grata a los nacionalistas vascos por los juicios emitidos sobre su lengua y el nacionalismo.
Los vascos no perdieron sus libertades políticas medievales hasta las guerras carlistas.  Entre 1839 y 1875, el liberalismo triunfador y centralista suprimió aquellas libertades forales que perjudicaban la unión constitucional de España.
Estos fundamentos institucionales del nacionalismo vasco ponen "negro sobre blanco" que, mientras las libertades catalanas eran manifiestamente creación de la erudición histórica y el regionalismo catalán podía convertirse  en un nacionalismo expansivo y de carácter moderno, los vascos se veían obligados a reivindicar las libertades más antiguas del mundo occidental, las antiguas instituciones forales.  Este fuerismo no se convertirá en sentimiento popular hasta las baladas de Iparraguirre (por los años 60 del siglo XIX), transformándose en nacionalismo por influencia directa del catalanismo de los años 90.  Por estas fechas, Sabino Arana destacaba la distinción entre "patria" (Vizcaya y Euzkadi: provincias vascongadas, Navarra y el País Vasco francés) y Estado español.  Insistía en la creación de una cultura vasca y en su total separación del carlismo.  El motor de este movimiento fue el Partido Nacionalista Vasco (P.N.V. fundado en 1894), cuyo programa era, cuando menos, vehemente: fuerismo hasta la independencia absoluta, violenta concepción de la raza y la lengua, y al contar con muchos sacerdotes en su seno, aparecía también acentuadamente el catolicismo.
El P.N.V., pese a disponer de siete diputados en las Cortes de 1918, se encontró con serias dificultades: el idioma nacional no era hablado ni conocido por gran parte de los pobladores de la región que decían representar (recuérdese lo que ya estudiamos de la inmigración interior); los carlistas no veían con simpatía un separatismo tan radical y los socialistas, potentes en Bilbao, no compartían su catolicismo reaccionario.  Además, debe tenerse en cuenta que, a excepción de Ramón de la Sota y Llano, la mayoría de los ricos industriales se apartaron del nacionalismo vasco, salvaguardando sus intereses y desconfiando, como en el caso catalán, de la capacidad de los políticos para dominar la revolución proletaria.
La sensación de abandono y de indiferencia que el centro parecía sentir por los asuntos de la periferia podía sintetizarse en un dilema: o "naciones menos favorecidas" o "clases menos favorecidas".  La solución ya la sabemos: el "renversement des alliances" se producirá en la Segunda República.
Cabe destacar que, a fecha de hoy, los símbolos del pueblo vasco (bandera e himno, principalmente) son los  de Sabino Arana y su partido, el P.N.V.  Dicho de otro modo: el himno del Partido Nacionalista Vasco es el mismo que el de Euzkadi, el día de la patria vasca es el que dictó Sabino Arana y la bandera de Euzkadi, carente de referencias históricas, no es otra que la que diseñase Arana a finales del siglo XIX.

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