15 jul 2012

CRECIMIENTO DEMOGRÁFICO Y DESARROLLO URBANÍSTICO (II)

En 1859 España tenía 15,5 millones de habitantes; en 1900, los españoles en la Península eran 18,5 millones.  Este aumento no se produjo según un ritmo uniforme.  Además, hubo regiones que sufrieron un retraso que ya vimos.  Otras regiones, por el contrario, experimentaron un fuerte auge debido a que emigraban menos, aprovecharon una coyuntura económica favorable o atrajeron hacia sus urbes numerosos inmigrantes.  Representativas de estos tres fenómenos fueron Ciudad Real, Badajoz, Cáceres, Salamanca...; Málaga, Alicante, Barcelona...; Madrid.  Nos hemos referido a otros muchos aspectos de puro entronque demográfico: la fuerte emigración gallega, el envío masivo de hombres a las Antillas antes de 1898; la penetración de la filoxera en las viñas españolas; el incremento industrial en Vizcaya.
Reseñemos el caso general: las regiones interiores se fueron despoblando con respecto a la periferia.  Hay una excepción vital: la aparición del Gran Madrid, fenómeno suficiente para estabilizar la relación centro-periferia.  Tendremos, entonces, el círculo interior que se mueve con fuerza centrípeta empujado hacia la capital de España; el círculo exterior que se concentra  en la costa: Barcelona, Bilbao, San Sebastián, Vigo, Sevilla y Valencia; en tercer lugar están los círculos intermedios, cada vez más grandes y cada vez menos poblados, pues se ven atacados por el doble fenómeno del centripetismo de Madrid y del centrifuguismo de las costas.
La conclusión de todo es obvia: el mapa demográfico español está cada vez más distorsionado debido a estos "llenos" y "vacíos", lo que aparejará enormes consecuencias económicas (mercados de consumo, sistema de transportes, etc...).
En 1900, aproximadamente, nacían en España 34,5 personas por cada 1.000 y morían 29 de cada 1.000 (en el resto de Europa sólo morían 18).  El aumento vegetativo -diferencia entre natalidad y mortalidad- era, pues, del 5,5%; resultaba insuficiente, porque emigraban muchos.
Desde 1900 a 1914, en líneas generales, la natalidad siguió siendo del 34,5 por mil, pero la mortalidad descendió bruscamente al 24,4 por mil; lo cual indica que el aumento vegetativo, plenamente optimista, era del 10,1%.
La Primera Guerra Mundial marcará un fuerte impacto en la evolución demográfica española, pese a quedar España al margen del conflicto. La guerra provoca, en principio, el regreso de muchos emigrantes, así como una prosperidad económica en España, debido a que la guerra produce un aumento extraordinario de la demanda exterior tan favorable a los propietarios de medios de producción como perjudicial para sus asalariados.  La escasez de alimentos repercute en el alza del coste de la vida.  Los que más la sufren son, como siempre, los jornaleros rurales, por la mayor falta de elasticidad de la producción agraria.  Muchos de ellos se ven obligados a trasladarse a las ciudades.  Los núcleos industriales, en pleno apogeo, absorben sin dificultad el excedente campesino.  Se ha producido, pues, una ruptura del equilibrio entre el campo y la ciudad, un desequilibrio que ya no tendrá remedio.  La población netamente rural descenderá indefinidamente desde 1910 hasta nuestros días.  El proceso de urbanización fue tan intenso como desequilibrado.  Además, en este proceso de concentración urbana se aceleran el descenso de la mortalidad y se precipita la baja dela fecundidad por ese gran repliegue de madres españolas.  Si la Primera Guerra Mundual introduce al país dentro de una nueva etapa demográfica, con esos desequilibrios demográficos regionales, la corriente emigratoria hacia América pierde intensidad, encaminándose ahora hacia Francia y demás países europeos.
La prosperidad d3e los años veinte produjo nuevos incrementos demográficos que podríamos adjetivar de "euforia".  El decenio de 1930 a 1940 experimenta un brusco descenso de la natalidad y un aumento de la mortalidad, ya que durante la Guerra Civil no sólo murieron más de un millón de españoles, sino que dejaron de nacer muchos más.  La década de 1940 a 1950 se suele calificar de "repliegue", debido a la baja natalidad y al fuerte contingente de "exiliados".  A partir de 1950 aumenta la natalidad y disminuye la mortalidad, y en estas fechas ("ley de estabilización") asistiremos al incremento de la emigración hacia otros países de Europa.

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