18 jun 2012

LA VICALVARADA, LA REVOLUCIÓN Y EL BIENIO PROGRESISTA (1854-1856)

La "reconciliación de partidos", que había sido el lema para derribar a Espartero y luego para desarmar a las milicias, fue la trampa en la que cayeron los progresistas y a la que sólo habían podido responder con débiles pronunciamientos.  Esta desilusión de los radicales engrosó el partido democrático, que contaba con grupos dispersos, pero crecientes, en los focos republicanos de Barcelona, Girona, Ampurdán, Cádiz, Galicia, Teruel, Málaga, etc...  La plana mayor del republicanismo residía en Madrid, donde contaba, en 1840, con dos periódicos republicanos y con sus dirigentes e intelectuales, como Espronceda.  Tienen gran importancia en las revoluciones locales, hacen giras propagandísticas y tratan de democratizar las ideas de las clases trabajadoras.  No cabe duda que sus deseos de conquistar el poder para crear una sociedad justa carecían todavía de una base teórica y táctica.  Cuando viene la revolución de 1854 se encuentran divididos, ya que mientras Sixto Cámara, Pi y Margall y Fernando Garrido propugnan un partido revolucionario independiente, de tendencia socialista y enganchado al proletariado, están los demócratas como Orense y Rivero más plegados al progresismo.
Lamecánica del partido progresista, constituida por una derecha que quería llegar al poder por caminos respetables con el apoyo de la reina y de su favorito Serrano, "el general bonito", chocaba con la izquierda progresista, que propugnaba la revolución legal para imponer la soberanía popular.  En estas circunstancias, demócratas y progresistas revolucionarios estaban condenados al fracaso, mientras se hacía caldo gordo con los moderados, siempre temerosos de la revolución, aunque fueron quienes gobernaron de 1843 a 1868, salvo el paréntesis de 1854 a 1856.
Demócratas y progresistas revolucionarios confiaban en los oficiales jóvenes, suboficiales y tropa que constituían el bajo pueblo militar, con sueldos escasísimos, pluriempleos en oficinas, haciendo de criados en los hoteles, cuando no se veían obligados a pedir limosna.  Eran, pues, carne de cañón para lanzarse a la calle y provocar levantamientos revolucionarios como en 1844, 1846, 1848, en los que también colaboraron los pobres de los suburbios y los estudiantes.  La sitaución de este bloque en su lucha contra lo existente llegó a ser tan desesperada necesidad que se aliaron con los carlistas, como en la Cataluña de 1848.  El desorden en el campo era claro síntoma del carácter social de los conflictos, como demuestra la persistencia de los "matiners".
Es exacto describir el significado de las masas progresistas en el sentido de que se oponen al absolutismo, al clero y a los moderados que ostentan el poder.  La expresión "voluntad nacional" será su santo y seña; su ídolo, el general Espartero; su forma de acción política, la Milicia Nacional cuando esté en el poder, y el motín, la barricada, la jornada callejera, la junta en rebeldía cuando sea preciso afirmar la "voluntad nacional".  Los frailes, los consumos, los banqueros y la reina madre crispan los nervios a esta multitud castiza, inquieta, vociferante y poco versada en principios abstractos de ciencia política.  Sienten simpatía por la tropa porque los soldados son también "hijos del pueblo" y los sargentos generalmente progresistas.
El partido progresista se beneficiará de la energía latente en estos grupos urbanos, capaces de dominar la calle y poner en evidencia a los gobiernos.

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