18 jun 2012

EL DESCONTENTO EN LAS FILAS MODERADAS (III): EL CONDE DE SAN LUIS Y EL MARQUÉS DE SALAMANCA

Tras los gobiernos de transición de Roncali y Lersundi sube al poder el conde de San Luis, Sartorius, periodista recientemente ennoblecido y enriquecido.  Este último ministerio se vio envuelto en las inmoralidades y complacencias, reales o supuestas, que determinaron un choque violentísimo en el Senado al discutirse el plan de ferrocarriles.  Quedó suprimida la prensa de oposición, pero no la puntal aparición de "El Murciélago", periódico clandestino que publicaba los escándalos financieros de los personajes de esta situación.
Ligado a esta actividad económica especulativa, emerge el genio del marqués de Salamanca, fiel representante de la tendencia de resucitar a España mediante el crédito. Algunos datos nos presentan a este abogado andaluz como creador de una fortuna basada en la especulación, en los límites de la finanza pública y privada.  Bien entroncado en la alta política, usa y abusa del arma del dar y recibir favores.  Por medio del monopolio de la sal obtiene 300 millones de reales en menos de cinco años.  Especula con papel del Estado al estar en estrecho contacto con los entresijos de la política interna.  Tampoco se dormirá cuando toque el momento de la expansión urbana.  Sus grandes especulaciones se centrarán en el desarrollo urbanístico de San Sebastián como complejo veraniego y en la construcción de un señorial barrio de Madrid que llevará su nombre.  Lo que arruinó a Salamanca fue la falta de crédito nacional, institucional y de bajo interés, y al final quedó paralizado por las mismas dificultades que le habían permitido a él "ayudar" a una Hacienda dispuesta  a pagar intereses del 24% en préstamos a plazo medio.  Todas sus operaciones se orientaban a cubrir préstamos, en gran parte, de Francia, con elevadas tasas de interés.  Por ello nunca superó las dificultades de obtener dinero a bajo interés para sus proyectos a largo plazo:  esto originó su bancarrota como contratista de ferrocarriles y le impidió desarrollar sus proyectos en la construcción, que las "burbujas inmobiliarias no son invento del siglo XXI ni mucho menos.  Ya nos referimos, al hablar del ferrocarril, cómo se vio obligado a vender a los Rothschild la línea Aranjuez-Alicante, y otras concesiones.
Su vida era lujosa hasta el extremo: fue el primer español que tuvo un cuarto de baño privado y un vagón de ferrocarril también privado, guarnecido con placas de oro; propietario de palacios fastuosamente amueblados y el primer coleccionista de Grecos y Goyas.  Se empeñó en traerse por dinero al mejor cocinero de Napoleón III (lo cual daría para una novela) y lo consiguió.  Símbolo de especuladores y consumidores de riqueza -junto con la reina María Cristina-, el pueblo saqueó su casa en 1854 y los carlistas le quemaron su vagón privado.
Envuelto en esta nube especuladora, el gobierno de San Luis estaba tranquilo con la prensa amordazada y los generales O'Donnell, Dulce, Ros de Olano, etc.... confinados.  Pero la oposición, los militares y el pueblo desencadenaron el pronunciamiento revolucionario de junio-julio de 1854 que acabó con todo.

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