En cuanto a las industrias navieras, la armada decidió, en 1886, probar los aceros españoles de El Ferrol. posteriormente, el Estado se mostraría dispuesto a sacrificar el erario al desarrollo económico de la nación.
La introducción de la navegación a vapor y el casco de hierro, así como la supresión del derecho diferencial de bandera, arruinó a las atarazanas catalanas e hizo declinar, en la segunda mitad del XIX, a los astilleros vascos. Sin embargo, el hierro y el acero harán resurgir la industria naval vasca. En 1888 apareció la sociedad Astilleros del Nervión, en Sestao, fundada por Martínez de las Rivas con objeto de construir buques de guerra por encargo del gobierno español. A partir de 1901 la Compañía Euskalduna de Construcción y Reparación de Buques contribuyó a cimentar el imperio de la Naviera Sota y Aznar. En 1886 formaban la marina unas 1.800 unidades (430 de vapor y 1.370 de vela), con un total de 610.000 toneladas. La posición de los astilleros españoles, al comenzar el siglo XX, era optimista y dejaba presumir su consolidación.
A partir de 1873 se instalaba en Barcelona la primera central eléctrica. En 1881 se aplicaba a la iluminación pública de Madrid el invento de la lámpara incandescente de Edison. En 1885 Girona utilizaba corriente alterna para su alumbrado y se instalaba por aquel entonces la primera central hidroeléctrica aorillas del Llobregat. Rápidamente aparecieron varias sociedades eléctricas. en 1900 había en España 861 centrales eléctricas -de las cuales 480 eran térmicas-, con una potencia de 120.000 HP. Sin embargo, como señalaremos en el período siguiente, la industria indígena fue incapaz de satisfacer la nueva demanda, perdiendo, como en el caso del ferrocarril, otra ocasión inmejorable.
Para saber más puedes leer HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LAS ESPAÑAS II siguiendo este ENLACE
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