16 jun 2012

LA REGENCIA DE ESPARTERO (1840-1843)

Entramos en una etapa que se caracteriza por la pérdida de empuje de la revolución liberal, la cual entra en un período de afianzamiento e institucionalización de sus conquistas.  La reacción va ganando terreno dentro del orden y la paz establecidos después del "abrazo de Vergara", en 1839.  El moderantismo permanecerá en el poder durante más de dos décadas, perdiendo cada día peso liberal, mientras que la oposición, vencida, va ganando en intensidad y en calidad hasta desembocar en la revolución de 1868.
Consecuencia importante de la guerra carlista va a ser la aparición de los militares en la dirección política del país.  Si durante el siglo XVIII el militar había sido un técnico sin veleidades políticas, durante la Guerra de la Independencia el ejército intervendrá en la vida española.  A partir de este momento, los militares juegan un importante papel en las evoluciones políticas: se pronuncian, sustentan a partidos políticos o incluso los dirigen.  En 1840, el ejército era la fuerza más importante dentro del Estado.
En virtud de un entrelazamiento de políticos necesitados de victorias militares y de militares necesitados de un apoyo político, el ejército se va a convertir en la institución más sólida del Estado liberal.  El que Narváez escribiera: "Todos los partidos tienen sus ojos puestos en mí", no significa otra cosa sino la debilidad de las facciones políticas, obligadas a recurrir a un general para que encabece una revolución o simplemente acepte un papel político.  Los en un principio indefinidos Espartero y Narváez se convierten en los astros adorados y solicitados por progresistas y moderados.  Ambos partidos se afanarán por ganárselos a su causa.
Es muy sintomático que tanto Espartero como Narváez, durante la guerra carlista, juzgasen a un gobierno por la capacidad de abastecerles de suministros necesarios para salir triunfantes en su campaña. El gobierno apoyó más a Espartero, y por esta razón Narváez se hizo antiesparterista. En el ser abastecidos ponían el sostén de su gloria tanto el uno como el otro.
Por otra parte, los militares no eran una casta aparte, ya que la división entre sociedad militar y civil no era nada clara y las diferencias sociales entre un oficial mal pagado y un funcionario mal pagado eran mínimas.  De este modo el gobierno militar fue un proceso simbólico en el que los políticos se apoyaban en los militares y éstos aparecían como políticos activos.  Narvéz y Espartero fueron derribados cuando se despojaron de su carácter  civil para aparecer como dictadores militares.  Y, paradójicamente, cuando Espartero se vio obligado a reducir su desmesurado ejército y a retrasar las pagas, pese a su buena voluntad y pese a haber sido el ídolo de los soldados, los propios militares conspiraron contra él por haber olvidado cómo debía atender al ejército, mientras aparecía, por el contrario, para los civiles, como un dictador militar.
Sabido es que el ejército se inclinó hacia el liberalismo y constituyó el eje del sistema constitucionalista español

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