La crisis del gobierno isabelino, el trasfondo económico, la situación de los diversos partidos políticos y el advenimiento de la revolución ya quedó expuesto al hablar de la etapa final del reinado de Isabel II (1863-1868). Mientras Serrano, Prim y Topete, los tres paladines del pronunciamiento del 18 de septiembre de 1868, en Cádiz, se dirigían hacia Alcolea y Madris, pedían
"un gobierno provisional que represente todas las fuerzas vivas del país, asegure el orden en tanto que el sufragio universal eche los cimientos de nuestra regeneración social y política."
La revolución de septiembre era, en efecto, inviable por pretender una revolución democrática en un país de aspecto semifeudal, con muy endeble base mesocrática y burguesa. Los hombres de la revolución de 1868 dejaron intactas las bases socio-económicas que cimentaban el régimen derribado en septiembre; dejaban, pues, abiertas de par en par las puertas a la indefectible restauración.
En el otro extremo de la Península, el pueblo donostiarra veía marchar a la reina en medio del mayor silencio. Sólo Isabel II lo rompió para decir: "Creía tener más raíces en este país". Sin otro incidente que el producido por la presencia de su amante, Marfori, la real familia llegaba a Pau (Francia). A la parte de acá de los Pirineos, la prensa "libre" se desataba en ataques contra los Borbones. Aparecieron folletos, libelos y caricaturas que ponían en evidencia los gustos sexuales de la reina y de su consorte, el cual era homosexual.
Transcribimos a continuación un poema satírico republicano contra los Borbones, fruto de la exageración de aquellos momentos:
¿Qué se hizo doña Isabel?
Los señores de Borbón,
¿qué se hicieron?
¿qué fue de tanto doncel?
¿Qué fue de tanto bribón
como tuvieron?
Aquel tesoro soñado
de dichas y de venturas
lisonjeras;
aquel despotismo ansiado,
¿qué fueron sino verdura
de las eras?
Nuestras vidas son las rías
que van a perderse al mar
como todo;
allá van las monarquías
dejando sólo pasar
ruido y lodo
Tanto lacayo gentil,
tanto guardia alabardero
y azafata:
tanto adulador servil
yendo siempre al retortero
de una ingrata.
Tanto vestido de fiesta
con las plumas enroscadas
como sierpes;
tanta peluca en la cresta,
y tantas carnes pintadas
por as herpes.
Tanto andar de jubileos
y cantar el gori gori
sin recato:
tanto cariño a los neos
y tener luego a Marfori
de Traviato.
Tanto principio injerto
de los que padre el marido
ser rehúsa:
tanto engaño descubierto,
como no ha conocido
ni en la inclusa.
¿Qué fueron sino la fuente
que mamando poco a poco
va a formar
el poderoso torrente
que se precipita loco
sobre el mar?
Harto tiempo tus errores
toleró la muchedumbre
perezosa:
y olvidando sus dolores,
te llamaba por costumbre
generosa.
Nombre te dio insensato
y por el cual tú brillabas,
y yo arguyo:
que aún dándolo de barato
lo poco que tú dabas
era suyo.
Mas ya pasó el tiempo aquel;
los señores de Borbón
ya pasaron.
¡Que Dios perdone a Isabel,
y proteja la nación
que afrentaron!
(Estas coplas son de Manuel del Palacio, y fueron publicadas el 4 de octubre de 1868)
VISITA AHORA MI WEB PERSONAL
VISITA AHORA MI WEB PERSONAL
No hay comentarios:
Publicar un comentario