19 jun 2012

INCISO:HISTORIA DEL PARLAMENTARISMO ESPAÑOL

Hacemos un inciso, ya que estamos en la época del pleno parlamentarismo español, para completar de antemano la HISTORIA INCOMPLETA DE LAS ESPAÑAS, comentando algunas anécdotas parlamentarias de toda fecha que se dieron en nuestras Cortes en distintos momentos históricos.  El autor espera que las disfruten.

En las Cortes de Cádiz, a los diputados que no intervenían nunca en las sesiones se les llamaba "culiparlantes", porque su única función era levantarse y sentarse para emitir su voto (y quién sabe si alguna que otra ventosidad). Entonces como ahora han sido muchos los parlamentarios que han pasado toda la legislatura sin decir apenas una palabra. Es famosa la historia del lord inglés que durante toda su vida parlamentaria dijo solamente una frase. Fue cuando, un día, sintiendo corriente de aire en el salón de sesiones de la Cámara de los Lores, carraspeó como buen senador inglés y gritó: "¡Esa puerta!" Aquel lord goza de universal respeto en su patria. Pero en España, a la gente le gusta saber que el diputado o senador que ellos han elegido interviene activamente en la Cámara.
A un diputado de una circunscripción rural le dijeron un día los de su pueblo: "Hombre, don Higinio, nosotros le hemos enviado a usted a las Cortes y usted no ha intervenido para nada". Replicó el diputado mostrándoles un diario de sesiones: "¿Que yo no he intervenido?, miren ustedes lo que dice aquí: rumores, gritos, pataleos... ¡aquí estoy yo!"


El general Narváez fue presidente del Consejo de Ministros en varias ocasiones, antes del destronamiento de Isabel II en 1868. Aparece siempre en el anecdotario político como un hombre duro e implacable, de maneras dictatoriales. En su tiempo recibió el apodo de "el Espadón de Loja" que recordaba su carácter rudo y la ciudad andaluza que lo vio nacer.
Algunas frases de Narvaez acababan de redondear lajusta fama de dureza que se había forjado. Por ejemplo, cuando don Nicolás María Rivero, que había de ser presidente de las Cortes de la Revolución, fue detenido por haber creado el Partido Democrático. Narváez exclamó: "¡Qué lástima de hombre, voy a tener que fusilarlo!"
Pero su más famosa anécdota, acaso apócrifa, se refiere al momento de su muerte. "¿Perdonas a tus enemigos?", le preguntó el sacerdote. Y dicen que Narváez respondió:
-Imposible, padre, los he pasado a todos a cuchillo.

Pocos oradores ha tenido nuestro Congreso tan lúcidos y rápidos en la palabra como este ratón de biblioteca que jamás sonreía. En una ocasión, durante una fiesta, cuando Cánovas era presidente del Consejo de Ministros, se acercó a él un grupo de señoras pra saludarle y solicitar de él un favor relacionado con la Sociedad de Damas Conservadoras del que formaban parte. Cuando las señoras se retiraron, un senador le dijo a don Antonio:
-Debe ser muy pesado para usted, señor Presidente, tener que atender las peticiones de estas señoras.
Cánovas replicó con una frase lapidaria:
-A mí las mujeres no me molestan por lo que me piden, sino por lo que me niegan.

A propósito de los inoportunos que giran siempre alrededor de los personajes políticos, el anecdotario conserva otra muestra del sutil ingenio de Cánovas del Castillo. Conversando en una ocasión en el Congreso, un diputado le comentaba refiriéndose a un común correligionario:
-Esa persona me molesta.
Cánovas replicó con la rapidez de su ingenio:
-Pues le es a usted infiel. También me molesta a mí.


Peroraba el diputado canario monseñor Pildain en una de las sesiones de las Cortes de la República, atacando con dureza la ley del divorcio y, en un momento dado, le dijo al presidente:
-Para apoyar mis argumentaciones voy a aportar algunas citas...
Don Julián Besteiro, que presidía, replicó al instante:
-¡Por las citas, por las citas es por donde viene el divorcio!


Se cuenta que en una sesión del parlamento de la República, el diputado Ossorio y Gallardo describía la situación política con negras tintas y se lamentaba del estado de cosas que, según él, se vivía entonces. En un momento dado el orador adoptó un tono más patético y exclamó: "¿Qué será de nuestros hijos?"
Del fondo del Salón de Sesión salió una voz que dijo así:
-¡Al de su señoría le hemos hecho subsecretario!


Cuenta la Historia que mientras don José María Gil Robles estaba hablando en el Congreso de los Diputados, un parlamentario le interrumpió desde su escaño con la siguiente frase:
-Su señoría es uno de esos hombres que todavía llevan calzoncillos de seda.
Gil Robles, sin inmutarse contestó:
-No sabía que la esposa de su señoría fuese tan indiscreta.


Una de las anécdotas más célebres de la antología del Parlamento español tuvo como protagonista al conde de Esteban Collantes, senador y ministro con don Eduardo Dato en 1915. Se cuenta de él que, en una ocasión, mientras pronunciaba un discurso en el Senado se le cayeron los pantalones, sin duda porque había olvidado abrocharse los tirantes. Hubo grandes risas en la Cámara pero el orador no perdió los nervios. Se ajustó cuidadosamente la prenda y dijo con aplomo, antes de reanudar su discurso:
-Puestas las cosas en su sitio...


Siendo ministro de Hacienda don Gabino Bullagal, el conde de Romanones le interpelaba desde los bancos de la oposición y decía que, con el procedimiento que había introducido el ministro, se aumentaban los gastos de personal en una cantidad aproximada de 350.000 pesetas. El ministro de Hacienda exclamó entonces con aire beatífico: "¡Ave María Purísima!". Romanones acreditó la fama que tenía de ser rápido en la réplica apostillando:
-¡Sin pecado concebida! pero los gastos de personal aumentarán en 350.000 pesetas...

En un pleno de mayo de 1978, el diputado de Minoría Catalana, Ramón Trías Fargas presentaba una proposición de ley para la defensa y protección de las lenguas maternas. Trías se pasó del tiempo concedido por el Reglamento y el semáforo que en el estrado de oradores regula la duración de las intervenciones se iluminó en rojo por dos veces. El presidente, don Fernando Álvarez de Miranda, avisó al orador y éste replicó:
-Déjeme el señor presidente tres minutos más, pues estas cosas no se han podido decir durante cuarenta años.
Álvarez de Mirada repuso:
-Señoría, si todos los que no han podido hablar durante cuarenta años lo hicieran durante tres minutos, no terminaríamos nunca.

Se discutía en el Congreso, recién andada la Santa Democracia, el fenómeno de la proliferación de eucaliptus. La oposición socialista acusaba al gobierno de Suárez de haber hecho una repoblación indiscriminada que afectaba no sólo a las zonas forestales sino también a las tierras fértiles. El ministro de Agricultura del gobierno de UCD, Lamo de Espinosa, decía que la repoblación de eucaliptus sólo había alcanzado al 2% de la superficie forestal. El interpelante, don Carlos Navarrete, era entonces demasiado joven para recordar aquellos "vahos de eucaliptos" que nos servían a los niños para aliviar los trastornos respiratorios. De haberlo recordado no hubiese sido tan duro con este árbol. He aquí la disparatada frase que soltó Navarrete quedándose tan ancho: "El eucaliptos es un árbol de derechas porque sólo produce beneficios al empresario. Es genocida porque afecta a la fauna y a la flora. Es anticristiano porque va contra lo que debe ser el idílico paraíso terrenal y es además un vampiro vegetal, analfabeto e imperialista". Amén.


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