20 jun 2012

FINAL DE LA ÉPOCA ISABELINA (1863-1868) (IV)

Castelar había hecho una brillante carrera universitaria en Madrid, y a poco se convertiría en un mago de la palabra; era popular en el Ateneo y entre los estudiantes por sus lecciones de historia, perorando los ideales democráticos.
Cabe destacar lo que la Historia denomina como "La noche de San Daniel".  La situación de la Hacienda era tal que la reina cedió al pueblo parte de los bienes patrimoniales de la Corona.  La prensa gubernamental lo calificó de rasgo sublime, igual a lo hecho por Isabel la Católica.  Castelar, a través de los artículos, "¿DE QUIÉN ERA EL PATRIMONIO?", EL RASGO", y otros, demostró que aquellos bienes eran del país y que de lo que se trataba era de hacer un buen negocio.  El gobierno ordenó la recogida del periódico y el procesamiento de Castelar, así como la separación de su cátedra.  el rector se negó y los estudiantes le apoyaron declarándose en huelga.  En la noche de San Daniel (10 de abril de 1865) resultaron varios estudiantes muertos y más de 100 heridos a manos de la Guardia Civil y de la tropa.
Desués de la caída de la Unión Liberal de O'Donnell, los progresistas se dividieron por sus tácticas de retraimiento y por la jefatura el partido.  Castelar, con buen olfato, intenta reagrupar a los progresistas (Olózaga, Sagasta, Ruiz Zorrilla, Madoz, Prim...), quebrantados y divididos, bajo el programa de los demócratas.  De ahí que en su periódico "La Democracia", se dedicara a atacar todos los aspectos del socialismo.
El propósito de Pi y Margall, al frente del periódico "La Discusión", era muy distinto.  Pi y Margall decía que de la lucha entre la aristocracia y el clero con las clases medias, éstas, con la desamortización, habían salido enriquecidas, convirtiéndose en una "segunda aristocracia", dando de lado a los jornaleros, quienes, depsués de la desamortización, seguían sin ser propietarios; además de este proceder, estos mismos liberales habían fracasado en sus dos objetivos confesados: incrementar la productividad y reducir la deuda pública.  volvía a la carga diciendo que la democracia sólo podía ser una realidad en España si se establecía un campesinado independiente, sin caciques, y apoyado por un crédito estatal y barato.  Cuando las tierras de los municipios fueron desamortizadas en 1855, salieron a mercado libre, y los que se hicieron con ellas fueron los terratenientes locales.  No es de extrañar que los trabajadores estallaran quemando escrituras de venta en los archivos de Utrera y el Arahal (1857) o se armaran centenares de campesinos, como en Loja (el pueblo de Narváez), en 1861.  Pi y Margall culpaba a los progresistas de ser causantes del caciquismo, de aislarse de las masas y de echarse en los brazos de los militares.  Pi deseaba una clase campesina de pequeños terratenientes e industrias regidas por cooperativas obreras a las que el Estado prestara créditos ventajosos. Emparentaba, pues, este político federalista no con el librecambista Jovellanos, sino con Aranda, Olavide, Flórez Estrada y Proudhon.
Sin detenernos en otros aspectos, podemos vislumbrar que el partido demócrata se dividía en "socialistas" e "individualistas".  Es cierto que estas polémicas entre Castelar y Pi y Margall eran prueba de fuerza entre posibles jefes de un futuro partido republicano, pero no lo es menos que la polémica había contribuido a que las ideas de estos pensadores de Madrid se extendieran por toda España y las ideas socialistas acrecentaran su popularidad.  Sabido es que los republicanos federales de Pi y Margall se ganaron, a partir de 1868, a las clases trabajadoras.  Pero la carencia de una jefatura firme era algo fatal, y más cuando los progresistas se sometían a Prim.  Éste pedirá ayuda a los demócratas y les prometerá el sufragio universal si el levantamiento tenía éxito.

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