29 jun 2012

EL SISTEMA CANOVISTA DEL "TURNO" EN LA VIDA POLÍTICA (III)

Por otro lado, Castelar renegaba de las revoluciones e ilegalidades, con lo que se fusionaba y extremaba el gubernamentalismo del partido posibilista republicano.
Los liberales llegaban al poder por primera, y no última vez, fuera o no cierta la frase atribuida a Alfonso XII: "Los liberales son como las viruelas; hay que pasarlos siquiera una vez en la vida".
El flexible Sagasta, sin alarmar a los conservadores, formó un gobierno liberal septembrino, cuyas disposiciones son la mejor prueba: autorizó las reuniones de republicanos, prometió amnistía a los emigrados políticos, levantó las suspensiones y penas en determinados periódicos, encareció la libertad de cátedra, reintegró a profesores destituidos...  raíz del cambio de partido, muchos funcionarios quedaron sin empleo, con lo que el cesante adquiría realidad viva en la vida nacional ("MIAU", de Pérez Galdós).  El partido liberal "fabricaba" las elecciones desde el Ministerio de la Gobernación y las ganaba obteniendo mayoría en las Cortes para sí desarrollar su política.
Responsable de una política exterior contraria a Francia y lastimado por las sublevaciones republicanas, Sagasta comprendió que su desgaste en el gobierno no le facilitaría la necesaria unión de fuerzas liberales y planteó la crisis, resuelta por medio de un gobierno-puente a cargo de Posada Herrera.
Tras los liberales, los conservadores, casi siempre dirigidos por Cánovas, volvían al poder en enero de 1884, con lo que el turno pacífico de lo partidos quedaba ya prejuzgado.  Por supuesto que estos dos partidos no eran el resultado de movimientos de opinión, sino de las conveniencias partidista delos capitostes de la vida política, voluntariamente apartados de la masa del país.  Los sucesores siguientes lo remacharán.
En noviembre de 1885 moría finalmente el rey de tuberculosis.  La temida muerte de Alfonso XII podía suscitar rebeliones republicanas y carlistas.  Cánovas creía que los liberales podían hacer frente a la situación mejor que su partido.
Aludiendo un pretexto jurídico, Cánovs decía en su dimisión que al expirar Alfonso XII había expirado también el mandato conferido por su real confianza: "A un nuevo reinado como el que comenzó ayer le convienen ministros nuevos también".  Cánovas estaba convencido de que el momento era crítico para las instituciones monárquicas y por ello usó la prerrogativa regia, con el fin de traer un cambio de ministros en contra de una mayoría parlamentaria.  Para esto consultó con Sagasta y llegaron a una perfecta unión de los dos partidos, asegurándose la tranquila sucesión de don Alfonso en el llamado Pacto del Pardo, aunque no fuera pacto ni se celebrara en el Pardo.

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