24 jun 2012

EL GOLPE DE ESTADO DEL GENERAL PAVÍA (1874) Y LA RESTAURACIÓN

El 3 de enero de 1874 el general Pavía daba un golpe de estado, penetraba en el Congreso, disolvía las Cortes y entregaba el poder al general Serrano.  Pocos días después,estos militares dirigían a la nación un manifiesto harto significativo:

"Incapaces las Cortes de formar nuevo gobierno duradero.... se hubieran consumido en estériles y espantosas convulsiones... contribuyendo al triunfo de la más horrible anarquía, en pos de la cual se columbraba el entronizamiento del absolutismo carlista o la desmembración de España en pequeños y agitados cantones donde todos los rencores, todas las envicias y todos los apetitos rompiesen con violencia el freno de las leyes... En tan suprema ocasión, el orden social, la integridad de la patria, su honra, su vida misma, han sido salvados...  La nobleza y las clases acomodadas no deben recelar de la democracia.  Menos aún deben recelar los buenos católicos y los hombres sinceramente religiosos...  El Estado... no puede desatender ni ofender a la Iglesia, desatendiendo y ofendiendo así las creencias de la inmensa mayoría de los españoles y poniéndose en abierta lucha con una de las fuerzas más poderosas, persistentes y organizadas que encierra la sociedad en su seno..."

Se restaura el orden y se elimina el desorden.  La restauración del orden suponía la restauración de la nobleza, de las clases acomodadas y de la Iglesia.  Para ello hubieron de eliminarse dos elementos de desorden: la guerra carlista, que se extendía por el nordeste, y el cantonalismo, cuya acción alcanzaba a casi todo el país, pero principalmente al sur y al levante.
Vamos a enumerar unos cuantos hechos que confieren carácter a la época de la Restauración.  
En lo económico, España se incorpora de una manera muy deficiente a la Revolución Industrial.  No obstante, tenemos que contar con el contratista del ferrocarril, con el fabricante catalán, con el propietario de las minas asturiano y vasco, quienes, por acumulación de capital, se hacen industriales o banqueros.  Esta burguesía minera, industrial y bancaria, localizada en las regiones periféricas, se desvinculará de los terratenientes enriquecidos con la desamortización.  La fuerza social más potente de la Restauración la constituirá esta oligarquía financiera, ansiosa de títulos y deseosa de enlazarse familiarmente con la vieja nobleza.
Enfrente está la inmensa España rural, con los ya crónicos elementos regresivos: formas inadecuadas e injustas de propiedad y bajos rendimientos por el atraso técnico.  En íntima relación, el movimiento obrero, campesino e industrial adquieren plena entidad.
La inmovilidad del campo, abandonado a una explotación extensiva, sometido a una casi servidumbre, arrastra problemas de incultura, analfabetismo e incapacitación profesional.  Este empobrecimiento rural restringe la expansión del mercado interior al no demandar artículos industriales ni manufacturados, al propio tiempo que afecta a la balanza comercial con el exterior, pues la población crece más deprisa que la producción agraria, con lo que la importación de productos alimenticios pesa cada vez más.  Esta situación origina una gran inestabilidad social, dando pie al enfrentamiento entre el anarquismo campesino y la violencia elemental, por una parte, y los intereses latifundistas y su aparato represivo, por otra.  En este sentido, tanto el conservador Cánovas como el liberal Sagasta reprimirán, por todos los medios, cualquier acción popular que amenace los intereses de las clases dominantes.  Como los patronos tienen la clase obrera que merecen, las bombas y las ejecuciones se sucederán en dura competencia.  El clima de terror culmina en el asesinato del propio Cánovas, en las postrimerías del período.
En el orden político, Cánovas del Castillo es el artífice de la Restauración, y el régimen que establece es la expresión política del orden que la burguesía necesita y que la subversión popular ha perturbado y puesto en peligro.  Pese a sus considerables avances, la Restauración es una continuidad de la época moderada, tanto en lo que afecta a las bases sociales del régimen como en cuanto se refiere a sus fundamentos ideológicos.
El sentimiento clasista de la Restauración no sólo se limita a excluir al proletariado, a marginar todo movimiento pequeño burgués y a limitar el disfrute de la democracia a las clases poseedoras.  Cánovas va más lejos al crear los instrumentos de control del poder sobre las elecciones, para que éstas den los resultados deseados sin posibilidad de equivocación alguna.  Las elecciones se "hacen desde el poder" y las "hacen" los gobernadores, los alcaldes y los caciques.  Las previsiones nunca fallaron y en alguna ocasión los resultados fueron publicados por "La Gaceta" con anterioridad a que las elecciones se realizasen.  En descargo de Cánovas podemos decir que su flexibilidad le llevó a crear una oposición, que consiguió el sufragio universal (1890), pero que renunciaba a toda modificación fundamental del orden y se basaba en la corruptela electoral del turno pacífico en el gobierno.
Para no extendernos, dejaremos que sea el propio Antonio Maura, sucesor de Cánovas en el partido conservador, quien nos lo explique:

"El señor Cánovas del Castillo combatió duramente el proyecto de sufragio universal, y habiéndole correspondido el honor de dirigir las primeras elecciones con la nueva ley, inauguró a la vez todos los procedimientos de falsearla, y aun agravó su falta con la cínica declaración posterior de que, si fue enemigo de ella, "no podía quejarse de los resultados que le dio su manejo práctico"...  Las circunstancias de aquella hora brindaban a los dos partidos de gobierno una ocasión de singular oportunidad para intentar la incorporación del pueblo a la vida pública.  Acababan de poner remate a la obra política, en que vino a cobrar forma jurídica el viejo espíritu democrático de la nación española.  Habían escrito en los códigos unos derechos individuales, cuya amplitud ningún país había superado en conjunto.  Hubo sufragio universal, hubo leyes de imprenta, de reunión, de asociación y otras, inspiradas en un profundo sentido liberal y democrático.  Todas las ideas, a partir de entones, podían aspirar al predominio en el gobierno, mediante el ejercicio de aquellos derechos.  Pero en aquel histórico momento, los dos partidos turnantes traicionaron su propia obra, ya no utilizaron el poder sino para anular en la práctica la teoría escrita, siendo común a ambos el uso de los métodos corruptores."

El sistema degeneró, y a la farsa "canovista" siguió la "farsa sagastina".  A Antonio Maura, cuando suba al poder, le podremos decir que él también permitió la utilización de la corrupción electoral, con formas todavía más descaradas.
El fracaso de la obra de Cánovas radica en los límites de su "apertura"; en incapacidad para asimilar, o para captar, las bases sociales de la nueva revolución alumbrada por la Internacional.  La suerte del régimen de la Restauración dependerá cada vez más de sus posibilidades de captación de la "nueva izquierda": la que había sido marginada en los días de Cánovas y Sagasta.
Fenómenos culturales de primer orden están ligados a este período, tales como el "naturalismo", el "redescubrimiento de la región", el "esfuerzo de europeización", el krausismo, el regeneracionismo, etc...  Muchos personajes estarán vinculados a estos fenómenos: Galdós, Clarín, Giner, Azcárate, Costa, Picavea, Mallada, Ganivet...
La "actitud de recogimiento" internacional y la "catástrofe de 1898", con lo que España queda reducida, como potencia mundial, a sus límites actuales, tendrá mucho que ver con el mito y la realidad del "grupo del 98": Unamuno, Azorín, Baroja, Maeztu, Valle-Inclán y Machado.

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