30 jun 2012

EL CACIQUISMO (I)

El funcionamiento de la política de "turno pacífico" se clavará con fuerza en la realidad política del país.  El mecanismo de este sistema fue denunciado como falso y castrador de los verdaderos intereses del país para beneficio de un aparato político.  Este "aparato ortopédico" funcionaba así: 

"Todo español de edad de 25 años cumplidos, que sea contribuyente, dentro o fuera del mismo distrito, por la cuota mínima para el Tesoro de 25 pesetas anuales de contribución territorial, o de 50 pesetas anuales de subsidio industrial, forma parte del censo electoral, lo mismo que aquellas otras personas que ocupen  o ejerzan determinados cargos y profesiones" (Ley Electoral de  1878)

Este sufragio restringido evolucionará hacia el restablecimiento del sufragio universal en 1890, por la presión del partido liberal y de los miembros republicanos del Parlamento.

Vemos, pues en qué consistía el cuerpo electoral.  Pasemos al funcionamiento de esta democracia parlamentaria.
Se convocaban elecciones, y el cuerpo electoral designaba a los diputados de entre los partidos políticos; el rey encargaba al jefe del partido mayoritario que formara un gobierno, el cual debía contar con la doble confianza del Parlamento y de la Corona.   Si perdía la confianza de la Corona debía dimitir.  Si perdía la del Parlamento, dimitía o se disolvía, convocando nuevas elecciones.  si éstas le eran contrarias no podía mantenerse en el gobierno, ya que, dentro de la normalidad constitucional, necesitaba la mayoría de votos para la aprobación de las leyes, es decir, para gobernar.  No se podían aprobar leyes por decreto en minoría como en la actual democracia que nos adorna.  Vemos con claridad la función decisiva del cuerpo electoral.  Entremos en el problema: ¿se podían falsificar las elecciones?

El sistema funciona de arriba abajo.  La Corona otorga el poder a un jefe de gobierno que convoca y "hace" las elecciones, logrando, en todo caso, un Parlamento adecuado.  Así funciona el turno, abstracción hecha del cuerpo electoral.  Estamos, pues, en presencia de una realidad constitucional que no es ciertamente la prevista en el texto de la Constitución.  Realidad basada en dos instituciones de hecho: por una parte, en la existencia de una oligarquía o minoría política dirigente, constituida por hombres de los dos partidos (ministros, senadores, diputados, gobernadores civiles, propietarios de periódicos, etc...), y estrechamente conectada tanto por su extracción social como por sus relaciones familiares y sociales con los grupos sociales rectores (terratenientes, nobleza de sangre, burguesía de negocios, Iglesia, etc...).  Por otra parte, en una especie de supervivencia señorial en los medios rurales, en virtud de la cual algunas figuras del pueblo o de la aldea, destacadas por su poder económico, por su función administrativa, por su prestigio o por su influencia sobre la oligarquía, controlan de manera directa extensos grupos humanos; a esta supervivencia señorial se le llamará "caciquismo" (cacique: señor de vasallos).  El "político", en Madrid; el "cacique", en cada comarca; el gobernador civil, en la capital de cada provincia, como enlace entre uno y otro, constituyen las tres piezas claves en el engranaje del sistema.

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