El eclecticismo es una escuela filosófica que procura conciliar las doctrinas mejor fundadas, aunque procedan de diversos sistemas. Consistiría en un modo de proceder basado en la condescendencia parcial y no en soluciones extremas y bien definidas. Es la vía intermedia, sin comprometerse, mentalidad típicamente burguesa que aspira a utilizar el "sentido común", el "seny", la "filosofía de andar por casa". Los eclécticos, en el campo artístico, no se quedan ni con lo clásico ni con lo romántico, sino con una fórmula intermedia, y, en el campo político, como ya hemos visto, no son ni moderados ni progresistas, sino unionistas: la Unión Liberal.
Junto al eclecticismo tendríamos el positivismo, un sistema filosófico que admite únicamente el método experimental. Toda verdad, pues, procedería de la observación directa del mundo sensible y la relación causa-efecto. Las ideas y métodos del Curso de Filosofía Positiva del creador del positivismo, Augusto Comte, tendrán un gran impacto en la época.
Finalmente hablaríamos del realismo como fenómeno contrapuesto al romanticismo en el campo de la estética. El artista del realismo deshecha la imaginación, observa la realidad y la refleja en su creación; de la misma forma que el positivismo desecha ilusiones y utopías para observar directamente la naturaleza. El naturalismo, en el marco realista de la segunda mitad del siglo XIX, analiza y refleja íntegramente la vida y, de acuerdo con sus ideas o con la finalidad social, no omite lo desagradable (Coubert, Millet, Flaubert, Zola, etc...).
El método positivista aplicado a las ciencias naturales les dará un avance impresionante, como nos dicen los nombres de Claudio Bernard, Luis Pasteur o Darwin. En la creencia en un progreso indefinido, los métodos experimentales de las ciencias naturales son aplicados a la literatura, historia, religión, etc.
A estas tendencias sobre la "concepción del mundo" corresponde un comportamiento del hombre. Su ética social está inmersa en el predominio social de la burguesía, satisfecha, conquistadora y no temerosa aún del proletariado. La burguesía es dueña del poder político y del poder económico y se caracterizará por su pragmatismo y por considerar que los valores de utilidad están por encima de los valores religiosos, intelectuales, estéticos y demás. Profesa, en el mundo de la cultura, el eclecticismo, a la vez que intenta monopolizar los juicios morales, impulsar un arte oficial y proteger un orden moral determinado.
Empirismo, utilitarismo y sentido común son las actitudes burguesas que llevan en sí la supeditación de la revelación, del dogma y del mundo del espíritu. No todos están conformes con esta visión, y ante ella reaccionarán, desde distintos puntos de vista, un Kierkegaard, transido por el sufrimiento humano; un Baudelaire, con su idea de pecado; una corriente mística de la cultura occidental, aportada por el cristianismo y un Concilio Vaticano para asentar dogmas y sustentar el comportamiento del católico y librarle de los errores del modernismo (en 1864 se publica el Syllabus).
España no contribuye activamente al proceso descrito y se contenta con recibirlo y extenderlo en la medida posible, dado el analfabetismo, incultura y anacrónicos métodos de enseñanza existentes en el país.
El soporte sociológico del romanticismo liberal había lanzado su primer asalto al poder entre 1834 y 1840. Conquistado el poder por la burguesía, se asienta, se modera, concilia extremos. El ejército, la corte y la nueva burguesía son los soportes de la cultura oficial, que se abre al eclecticismo europeo en todos los órdenes. En filosofía, la influencia del eclecticismo francés es total: en libros de texto, en conferencias, en clases y en personas como Tomás García Luna, Balmes y Donoso Cortés; en política ya nos referimos a la doctrinaria y algo conciliadora Constitución de 1845 y al centrismo de la Unión Liberal; clásicos y románticos se juntan en el justo medio literario y se encargan de desparramar las instituciones mesocráticas de "Ateneos" y "Liceos".
En otros aspectos la amalgama la representan Hilarión Eslava (música); Federico Madrazo, Esquivel, Eduardo Cano, Rosales, Gisbert, los cuadros históricos, los edificios de la época, etc. La cultura oficial de la España "moderada" es, pues, una cultura ecléctica en la que se amalgaman elementos provenientes de ambos romanticismos... con elementos de un neoclasicismo muy latino.
VISITA AHORA MI WEB PERSONAL
VISITA AHORA MI WEB PERSONAL
No hay comentarios:
Publicar un comentario