Como por estas fechas del reinado de Sancho II figura tan preponderantemente el Cid, es indispensable decir algo de esta gran personalidad en nuestra historia, cuya existencia real ha sido puesta en duda y aún negada por algunos.
Masdeu en el tomo XX de su "Historia Crítica", niega la existencia histórica del Cid, fundándose en el silencio que sobre este personaje guardan los cronistas de su época.
Posteriormente, el inglés Dunhan y el traductor de su "Historia de España", Antonio Alcalá Galiano, también la pusieron en duda. Pero el marqués de Pidal, el doctor Hartzenbuch y otros eruditos de principios del siglo XX dieron a luz, para desvanecer tal duda, documentos que atestiguan la existencia del Campeador, entre ellos su carta de arras a doña Jimena.
Más tarde, Cavanilles publicó en su "Historia de España" un facsímil de la crónica latina titulada"Gesta Rederici Campidocti", que había sido encontrada en León por el padre Risco, se había extraviado luego a la extinción de los conventos, y por fin la Academia Española, en cuyo poder se halla hoy, la recuperó de un alemán que la había adquirido.
Esta crónica es del siglo XII, y por consiguiente terminaba toda cuestión. Pero, a mayor abundamiento, publicó Dozy en 1860 un libro titulado "El Cid según nuevos documentos", donde prueba, con el testimonio de autoridades árabes contemporáneas del héroe castellano, no sólo su existencia, sino la verdad de los hechos que se narran en su biografía.
Una de dichas autoridades musulmanas, Abenbassán, después de hacer el retrato del Cid, con pincel no muy lisonjero, exclama:
"¡"Que Dios nos use misericordia con él!"
Rodrigo Díaz de Vivar, más conocido con el nombre del Cid Campeador, nació probablemente en la aldea de Vivar, pequeño lugar cercano a Burgos, donde tenían sus padres la casa solariega. No se sabe exactamente la fecha de su nacimiento, pero se estima que debió ser entre los años 1040 y 1043.
En la infancia de Rodrigo quedaron impresas las constantes luchas entre dos reyes cristianos -Fernando I y su hermano García-, hijos ambos de los mismos padres. Al rey de Castilla le prestó el padre de Rodrigo importantes servicios y murió cuando su hijo no era aún adolescente. Entonces, en agradecimiento, el infante Don Sancho llevó a palacio al huérfano, donde éste completó la educación que había recibido Vivar.
Esta no debió ser únicamente guerrera, pues Ruy Dí conocía el Derecho musulmán y español, dominaba el latín y hablaba el árabe. Tanto su resistencia física y vigor como sus dotes militares resaltaron en Rodrigo desde edad temprana.
Bien precisaba el Campeador de tales condiciones para poder usar ágilmente la pesada tizona que se conserva en Burgos, para guerrear infatigablemente cerca de cuarenta años y para sanar de heridas que se creían mortales.
El Cid fue autor de sobradas hazañas probadas por la historia. Y con ellas se califica, sin duda alguna, como el mayor genio militar de la Edad Media española.
No hay comentarios:
Publicar un comentario