15 jun 2017

LOS CIEN MIL HIJOS DE SAN LUIS (Y EL RESTABLECIMIENTO DE LOS "ULTRAS") (I)

A pesar de su victoria en la Guerra de la Independencia, España quedará reducida, en el concierto internacional, a la condición de potencia secundaria.  Esta subordinación a los cinco grandes de Europa -Austria, Prusia, Rusia, Inglaterra, Francia- obligará a España a prestar su adhesión a la pentarquía de la Santa Alianza.  Éste era un sistema legitimista creado por los monarcas europeos para defenderse de las tendencias revolucionarias contra el altar y el trono (recomiendo leer las Memorias de Chateaubriand para mejor comprender el fundamento de estas ideas dentro del contexto histórico).
El pronunciamiento de Riego cobra una validez en cuanto supone un ataque victorioso contra el legitimismo continental.  Toda Europa, lo mismo que en 1936, estará pendiente de la existencia en España de un gobierno liberal y constitucional.
La Constitución española de 1812, cuando parece que el liberalismo es una causa perdida, se implanta en Portugal, Nápoles, Roma, Luca, Elba, Piamonte, y hasta se convierte en el estandarte e los "decembristas rusos".  Con no poca razón se ha afirmado que el constitucionalismo liberal del siglo XIX comienza en Cádiz y busca su programa no en la revolución y textos franceses, sino en la Constitución Española.
Todo esto suponía un peligro para la paz.  Austria interviene y derrota a la revolución en Italia.  España queda como "el último bastión de la libertad".
En marzo de 1821, mientras Fernando VII "el Doble" renovaba su promesa de "marchar francamente por la senda constitucional", iniciaba sus gestiones diplomáticas cara a una intervención militar.  En breve tiempo escribe tres cartas a Luis XVIII pidiéndole apoyo y prometiéndole compensaciones.  Casa Irujo, Labrador, Eguía y Fernán Núñez llevan a cabo similares maniobras en Europa.  Rusia y Francia accedían a una intervención siempre y cuando Fernando VII mantuviera un régimen de libertad con concesiones, "pues lo exige la necesidad del siglo en que vivimos", y no tornará jamás al estado de cosas de 1814.
Fernando VII accede de palabra a todo, en su deseo de precipitar la intervención, aunque no caben dudas de su falta de sinceridad.
La intervención será acordada en el Congreso de Verona del verano de 1822.
Inglaterra declaró que no intervendría ni colaboraría en tal empresa, por considerar que no existían motivos suficientes.  Pese a ello, las otras cuatro potencias, en consonancia con el estímulo del monarca español, deciden liquidar militarmente el régimen constitucional español.
Estas cuatro potencias envían notas insultantes al gobierno de Madrid.  Las Cortes españolas se indignan, provocando la fusión de todos los liberales y dando lugar al acto más violento de la revolución: el destronamiento del rey.  ¿Justificaba más la legitimidad del sistema el golpe de EStado de Elío en Valencia o el pronunciamiento de Riego?

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