28 may 2017

EL TRIENIO LIBERAL (II)

Las Cortes se abrieron el 4 de julio de 1820.  En su composición, las tendencias "moderada" o "doceañista" y "exaltada" estaban homogéneamente repartidas.  Los Toreno, Muñoz Torrero, Espiga, Martínez de la Rosa, Villanueva estaban entre los primeros, y entre los segundos, los Romero Alpuente, Moreno Guerra, Calatrava, Quiroga, Istúriz y Flórez Estrada.  El grupo de diputados absolutistas era muy escaso.
El intento del liberalismo moderado consistirá en lograr una Constitución equilibrada a base de orden y libertad; eran revisionistas de la Constitución de 1812 y aspiraban a dejar al monarca un mayor margen de libertad de acción.  
Pronto saltará a la vista que ni el rey quería saber nada de constituciones ni los demócratas exaltados eran partidarios de revisionismos.  No obstante, todos los liberales estarán de acuerdo en las medidas decisivas de la legislación de 1820, tales como la supresión de mayorazgos, la reducción de diezmos y el arreglo de las órdenes regulares, por cuanto suponían la continuación del movimiento revolucionario iniciado en Cádiz.
El sistema era reconciliación liberal para dar pruebas de fuerza frente al monarca, a la vez que se utilizaban las masas populares frente al rey.  Pero la realidad demostrará la inviabilidad del sistema, por cuanto los moderados eran ministros de una revolución que no habían hecho y su "girondinismo" terminará por ser condenado por los demócratas exaltados, quienes se sienten celadores de una revolución "hecha" por ellos. Lo radicales no estarán dispuestos a ser los "parientes pobres" de los "doceañistas", causa por la cual extremaran su "jacobinismo", generando una multitud de radicales descontentos.
Por otra parte, Fernando VII comenzará a dar muestras de su constante doblez y a dejar entrever su postura anticonstitucionalista, al paso que la oposición absolutista cobrará mayor vigor.  Cada día aumentaba el número de partidos, mientras las jerarquías de la Iglesia española defendían a la desesperada sus privilegios y propiedades.  El rey, en secreto, mantenía contacto con las potencias extranjeras para que le devolvieran su libertad absoluta.
El embajador británico llegó a aconsejar a Fernando VII y a escribir:

"Si el rey hubiera obrado a las claras con sus ministros, sin alentar todas las conjuras contra el nuevo sistema, mucho se hubiera podido adelantar en materia de reformas."

Esto ocurría ya en 1820, a pocos meses de haber jurado caminar francamente por la vía constitucional.  Para devolver al rey el sentido de la realidad, el gobierno se alió con los exaltados.  Hubo manifestaciones callejeras por delante del palacio cantando la conocida y popularísima canción del "Trágala, perro", cuyo estribillo decía:

Trágala o muere
tú, servilón;
tú, que no quieres
Constitución.

Con esta canción invitaban al rey y a los reaccionarios, no a que aceptasen la Constitución, sino a que se la "tragasen" como "perros serviles".  El monarca expresó su malestar manifestando que se le había reducido a la condición de un miserable esclavo y destituyó al prestigioso ministerio de los "presidiarios".

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