15 jun 2016

RIPPERDÁ: OTRO PASO EN LA POLÍTICA DE IRREDENTISMO MEDITE RRÁNEO

El equilibrio de Utrecht había resistido las embestidas un tanto descabelladas de Alberoni. La llamada "política maternal" y "el secreto farnesino" siguen adelante. Isabel Farnesio tiene una clara visión de futuro político de la península italiana; ahí pone su fuerte personalidad. Felipe V, cuando los tratos con las otras naciones eran incumplidos o fracasaban las conversaciones diplomáticas, se sentía responsable de la desmembración de la monarquía y abrazaba el belicismo.
Fracasan las intentonas de recuperar Gibraltar con la ayuda francesa, y, para colmo, devuelven a la infanta española que se iba a casar con Luis XV. Duro golpe de prestigio. También Austria se veía cortada en su deseo de asomarse al Atlántico por medio de la Compañía de Ostende, y en sus miras comerciales y marítimas en el Mediterráneo. Inglaterra y Holanda recelan de los deseos de este recién llegado.
Las decisiones del Consejo de Cambrai no llegaban. Esto inclina a enviar a Viena al holandés Juan Guillermo, barón de Ripperdá, con la misión secreta de proponer una alianza al emperador. Se firmaba en Viena el 30 de abril, 1º de mayo y 5 de noviembre de 1725. Se garantizaban paz, apoyos ofensivos y el matrionio de los dos hijos mayores de la Farnesio con las archiduquesas austriacas. Cuando se pasa a los hechos, la lejanía geográfica de ambos países y la distancia de los ilusorios proyectos se viene abajo. Además, la entente anglofrancesa con Walpole y Felury disuadirá de cualquier intento.
Ripperdá, duque, grande de España y ministro todopoderoso (carrera meteórica en pocos meses), fue a parar preso al Alcázar de Segovia, de donde se fugó para continuar su carrera política y aventurera por tierras africanas. Ripperdá había arrojado a España en manos de Austria, costando, además, sacrificios pecuniarios. De "ridículo fracaso" ha sido calificada su actitud y la de la corte española.

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