24 may 2016

CLASES MEDIAS Y MENTALIDAD BURGUESA EN EL SIGLO XVIII (IV)

Dentro de estos negociantes podemos englobar a los artistas, tratantes, mercaderes y banqueros. No son muy numerosos. A dinales del siglo XVIII hay censados 6.824 comerciantes al por mayor y 18.824 mercaderes al por menor. Se puede hablar, en líneas generales, del escaso desarrollo que alcanzó en nuestro país esta clase. En otros países, ya lo hemos dicho, fue el agente más activo de la transformación material y social.
Estos comerciantes españoles se refugian todavía en corporaciones gremiales de rancia mentalidad estamental. El ideal de todo negociante afortunado seguía siendo abandonar los negocios, comprar bienes raíces, fundar mayorazgos, entroncar con familias hidagas y hacerse perdonar el origen de su fortuna. No otro fue el proceso de la ruina del consulado de Burgos. El comerciante no podía ser corregidor ni tener cargo con voto en la vida municipal.
Sin embargo, hay que ver un progreso económico a lo largo de la centuria. Esta clase conquistará posiciones económicas y exigirá leyes beneficiosas para ella y el país. Las reformas no nacieron de la abstracción de unos cuantos aristócrata teorizantes, sino de la presión constante de los medios económicos dirigentes del país: comerciantes de Cádiz, Málaga y a Coruña; industriales de Barcelona, Valencia, Gijón y Bilbao.
Esto influye en el cambio de actitud hacia formas de actividad económica; así se nota en los discursos de Juan Antonio delos Heros, en escritos de Normante y en la mentalidad de los miembros de las Sociedades de Amigos del País. Su postura hacia las nuevas formas comerciales, hacia la usura, etc... chocará con los irreconciliables y escolásticos rigorismos del jesuita Pedro de Calatayud en el consulado de Bilbao, o contra el refractario padre Garcés en su polémica con los Cinco Gremios Mayores de Madrid.
No hay duda de que comienzan a invertirse los papeles. Antes era el rico mercader el que soportaba lso desprecios del hidalgo pobre. Ahora es el comerciante quien lo desprecia, se conmisera, ofrece trabajo a los hijos de estos hidalgos. De paso les recomienda que no se acuerden tanto de sus antepasados, que se preocupen de servir a la sociedad, que lean periódicos y que no se dediquen a estudiar las genealogías de sus vecinos, mientras ellos se mueren de hambre.
Existen todavía grandes obstáculos técnicos, monetarios e impositivos, pese a lo cual van surgiendo intentos, ejemplo y también instintos y realidades. Para concluir, miremos estos fenómenos a la luz del siglo XIX.
Es cierto que en Europa las revoluciones burguesas las habían hecho, sobre todo, los industriales y comerciantes. Es cierto que lo europeo llega a España tra haber sido colado por diversos tamices. Es cierto que las personalidades liberales burguesas de un Cabarrús o un Mendizábal pueden eclipsarnos la decisión de toda una clase. Pero no hay duda de que los comerciantes, mercaderes e industriales jugarán un papel importante dentro de las clases medias, al lado de los oficiantes del ejército, de los propietarios rurales de tipo medio y de las profesiones liberales.
Los militares emergerán a la vida política y les veremos dirigir y pronunciarse; los propietarios sacarán provecho material de las desamortizaciones y de las marejadas que se les presentan. Las profesiones liberales serán quienes den las formulaciones doctrinales de los partidos políticos, las constituciones, etc...; y los comerciantes e industriales contribuirán, lentamente a veces, hacia el triunfo de la mentalidad burguesa en todo el país.

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