4 abr 2016

POLÍTICA Y SENTIMIENTOS POBLACIONISTAS

El hombre del siglo XVIII siente los problemas de la población. La obsesión de la población penetra en el ánimo popular. Tenemos recogido el ejemplo contundente del cura de Cervelló (Barcelona), quien habla así en su parroquia en 1786:

"En esta localidad quedaban doce mujeres y seis hombres sin casar; digo que debería permitirse, en un caso como éste, que un hombre tomase dos mujeres, a fin de que ninguna se consumiera".

Para remediarlo, va a invocar la intervención del gobierno y esto nos lleva a la cuestión de si se podría hablar de una política demográfica de los Borbones españoles de la Ilustración. La respuesta es afirmativa, pero con limitaciones.
Desde el precepto ilustrado de que la población de un país es una de las reglas más sencillas para juzgar la bondad de su constitución, entendiendo que cuando la despoblación crece, el Estado camina hacia su ruina y el país que aumenta su población, aunque sea el más pobre, es ciertamente el mejor gobernado, se impone un cierto sentimiento poblacionista en la política borbónica. Así, se favorece a los extranjeros que quieran asentarse en España (siempre que sean católicos, claro). En la cuestión agraria se dan ciertos intentos de repoblación en Extremadura, Ciudd Rodrigo y, sobre todo, Sierra Morena.
El gobierno concede premios de natalidad; la "Novísima recopilación" enumera las providencias de expósitos y hospicios: el propio hecho de formar censos periódicos es una política demográfica; hay un fomento y una protección decidida del estado matrimonial; se dictan normas higiénicas; se sacan los cementerios fuera de las ciudades; existen misiones de policía sanitaria sobre todo el país; se da una reorganización médica con la implantación del uso de la quinina y de la vacuna antivariólica. Se crean los colegios de cirugía de Cádiz (1748), Barcelona (1760), Madrid (1780), Burgos y Santiago (1799). A su vez, las iniciativas particularees hacen que se reconozcan las academias de medicina y cirugía de Madrid y Barcelona. Tenemos también que subrayar la disminución de las guerras y de la política hegemónica de los siglos anteriores.
Otro problema que nos aclarará muchos de los fenómenos dieciochescos que afrontaremos es el del reparto demográfico de estas personas.

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