17 mar 2016

LAS IMPRUDENCIAS DE LUIS XIV

Luis XIV, en un alarde de desafío, declaró, el 1 de febrero de 1701, que el nuevo rey de España y sus descendientes conservarían todos sus derechos a la Corona de Francia.
La guerra estaba prácticamente declarada. Se trataba del equilibrio continental o de la hegemonía francesa. Toda Europa se sintió lacerada por la agresividad de Luis XIV. Francia llevaba más de treinta años abusando de esta política. Irreversiblemente, tendría que vérselas de nuevo con el Imperio y, sobre todo, con las potencias marítimas: Inglaterra, Holanda y Portugal.
La economía pública y privada estaban un tanto resentidas en todo el continente, como consecuencia de los últimos lustros en guerra. El pueblo, que, dada la situación política en Inglaterra y Holanda, dejaba oír su voz, se resistía a tomar las armas.
Felipe V, bien acogido en general por los españoles, es reconocido por Holanda, Inglaterra, Portugal, Suecia, Dinamarca, Roma, Venecia, Saboya, etc.
Pero se habla de una confederación borbónica preponderante y con enormes recursos en las Indias. Los escritores ingleses confiesan el peligro. Todo esto afectaba a la dominación del Mediterráneo, la suerte de Flandes, la expansión del comercio inglés, el porvenir de Italia, la existencia misma de Holanda como Estado, aparte de otros problemas.
El equilibrio era difícil de mantener. El emperador Leopoldo sostiene la nulidad del testamento de Carlos II y trata de conseguir el propósito por él manifestado: "Europa se unirá a mú para impedir que Francia se apodere de la monarquía española". Presiona y se convoca la Gran Alianza (La Haya, 7 de septiembre de 1702). A Inglaterra y Holanda se les reconocían las conquistas marítimas que hicierna en las Indias, y Austria retendría las posesiones españolas en Italia.
Luis XIV ya había cometido el error de confesar que Felipe V no había perdido sus derechos a la Corona francesa al sentarse en el trono español.
Su segundo error consistiría en ocupar unas plazas en los Países Bajos. Éstas eran mantenidas permanentemente por los holandeses con el objeto de que sirvieran de barrera, de zona desmilitarizada entre la frontera francesa y la holandesa. Pero estas plazas eran de los Países Bajos, y, por tanto, los Borbones se veían empujados a ocuparlas, poniendo como pretexto el de mantener intacta la herencia de Felipe V. Esto disparará el dispositivo de Holanda, Inglaterra y Austria en el "Tratado de la Barrera", por el que se garantizaban a Holanda las once plazas que acababa de perder, con el objetivo ya dicho de servir de dique, de barrera de separación entre las fronteras de Francia y Holanda.
El otro error de Luis XIV fue reconocer por rey de Inglaterra al príncie de Gales, Jacobo III Estuardo. Esta arma psicológica francesa repercutió en Londres, caldeando la situación. La princesa Ana, sucesora del rey inglés Guillermo III, verá que nada bueno puede esperar de Francia, y en estas líneas se definirá:
"Será poco cuanto hagamos por animar a nuestros aliados para que destruyan la potencia exorbitante de Francia"

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