7 feb 2016

FELIPE IV, EL REY ABÚLICO (IV)

Una vez más, los Austrias volvían a enlazarse con la misma obsesiva endogamia que habían practicado desde varias generaciones atrás. Los resultados de aquella "bárbara consanguineidad" serían los frutos de este segundo matrimonio de Felipe IV.
Mariana dio a luz a Margarita María (1651), que llegó a ser emperatriz de Alemania por su matrimonio con Leopoldo. María Ambrosia de la Concepción (1656), Felipe Próspero (1657) y Fernando Tomás (1658) se malograron. El último en nacer fue el príncipe Carlos (1661), que reinaría con el nombre de Carlos II desde 1665 hasta su muerte, sin descendencia, en 1700. Con él termina en España la dinastía de Austria y se daba paso al problema sucesorio, que se resolvería con la instauración de la dinastía borbónica después de una cruenta guerra de sucesión.
Aun reduciéndola a sus datos esenciales, la genealogía de Carlos II nos ayudará a comprender mejor dicho problema que una prolija descripción de los múltiples matrimonios consanguíneos que culminaron con la venida al mundo de aquel niño enfermizo en quien tendrían su punto final los Austrias españoles.
Describiendo a los cinco reyes de la casa de Austria que reinaron en España, los historiadores han establecido entre ellos comparaciones como las siguientes: "Carlos V fue guerrero y rey; Felipe II, sólo rey; Felipe III y Felipe IV, hombres nada más, y Carlos II, ni hombre siquiera". Otro (Marañon) se expresa de esta forma: "De los cinco Austrias, Carlos V inspira entusiasmo; Felipe II, respeto; Felipe III, indiferencia; Felipe IV, simpatía, y Carlos II, lástima".
Además de los hijos procreados por Felipe IV dentro del matrimonio, tuvo otros muchos de otras mujeres, de los que, nominalmente, conocemos tan sólo a los siguientes: Francisco Fernando Isidro de Austria (1616) murió a los ocho años. Ana Margarita de San José fue monja agustina en el monasterio de la Encarnación. Juan José de Austria, nacido de los amores del rey con una famosa comedianta, llamada María Calderón, "la Calderona", vino al mundo en 1629 y murió en 1679. De todos los hijos de Felipe IV, sólo éste fue legalmente reconocido por su padre, que, apreciando sus buenas cualidades, le confió puestos de responsabilidad a los que, al fin de cuentas, él no supo responder según las esperanzas que había inpirado. Durante el reinado de su medio hermano, Carlos II, este don Juan José de Austria volverá a aparecer en la escena política, como tendremos ocasión de ver en su momento.
Otros hijos de Felipe IV fueron el dominico Alfonso de Santo Tomás, que fue obispo de Málaga; Carlos Fernando Valdés, general de artillería y gobernador de Novara, muerto en 1702; Alonso Antonio de San Martín, obispo de Oviedo y luego de Cuenca; Juan Cosío, que fue religioso agustino con el nombre de fray Juan del Sacramento y llegó a ser un famoso predicador, y otros cuyos nombres desconocemos. El rey cuidó y protegió a todos estos hijos suyos; pero, como hemos indicado, solamente reconoció públicamente a don Juan José de Austria. La madre de éste, la mencionada Calderona, tuvo que entrar en un convento (el de Valfermoso, en la Alcarria) cuando el rey descubrió que compartía sus amores con el duque de las Torres. Allí murió años después siendo abadesa. Otra de sus amantes, la joven y bella hija del conde de Chirel, murió al poco de dar a luz. Su casa fue transformada en convento y concedido por el rey a las monjas calatravas. Éste es el convento de la Concepción Real, que todavía hoy encontramos en la madrileña calle de Alcalá, sobre el cual el ingenio popular sacó a la luz la siguiente maliciosa e intencionada décima:

Caminante, este que ves
casa, no es quien ser solía;
hízola el rey mancebía
para convento después.
Lo que un tiempo fue y lo que es,
aunque con roja señal
y título en el umbral,
ella lo dice y enseña
que casa en que el rey empreña
es la Concepción Real.

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